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DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 25

25 “La Visita de Aladino”

FARID ARAY

Regresar a Atlanta esta vez fue casi como una emancipación de la culpa, después de haberme liberado del terrible peso que tenía sobre mis hombros al haber traicionado la confianza de mi primo.

Ahora que Liam me había aclarado que siempre imaginó que entre Camil y yo había pasado algo, pues sentía las puertas abiertas para enseñarle a esa malcriada unas cuantas cosas que debí haberle impuesto en el pasado.

No sabía si ya era tarde para nosotros, pero al menos era el momento preciso para estrenarme como padre.

Emira sería mi prioridad, después me encargaría de su madre.

La casa que recién había comprado en Atlanta me recibe esta vez. Es en un vecindario exclusivo, y la mansión de tres pisos es lo más bonito y pintoresco que pude encontrar para impresionar a mi hija.

Aunque me gustaría que la niña me quisiera por mi y no por lo que puedo ofrecerle de bienes materiales.

Hay cosas que el dinero no puede comprar, y el cariño de mi hija era una de ellas.

El cuarto más espacioso y luminoso sería para Emira, así que escogí otro cualquiera para mi. En los dos días de ausencia la decoradora de interiores y el equipo que había contratado se habían encargado del avituallamiento de casi todos los espacios de la casa. Logrando un agradable resultado.

Ahora solo faltaba la parte más importante de aquel lugar que había comprado tan ilusionado.

A la mañana siguiente desperté bien temprano. Tenía planes, los planes más importantes de mi vida. Fui a un concesionario y compré una camioneta familiar, y una silla color rosa para una niña.

Necesitaba tenerlo todo listo, para el momento en que mi hija irrumpiera en mi vida, con mucha más fuerza que con la que había entrado su madre.

Pague el vehículo con mi tarjeta, y conduje hacia el mejor lugar del mundo «el lugar donde se encontraba mi hija, mi Emira»

Sabia que obviamente no me dejarían acercarme a la niña, y eso me parecía bien, en el colegio la protegían de los extraños. Tristemente eso era yo, a eso me había condenado Camil… a qué yo fuera un completo desconocido, así que no me quedaba otro remedio que esperar que su madre viniera por ella y enfrentar a Camil De La Fuente.

Esta vez no me quedaría inmóvil en la acera contraria. Esta vez no sería un intruso que se conforma con ver de lejos lo que por sangre y legado le pertenece.

Abordaría a Camil, y así fuera a nalgadas la haría admitirme la verdad.

Cerca de la hora de la salida de los niños, me aparqué frente a la escuela. Baje del vehículo decidido a todo y cruzado de brazos con una cadera apoyada en mi coche, espere que “Peligro” apareciera.

—¿Si eres un príncipe que vive en Arabia?— me interrogó haciendo una mueca divertida y arrastrando con ella a la señora que había venido a buscarla.

—Si— respondí algo dudoso— Se puede decir que si— le confirmé a lo que ella asintio. El título de jeque heredado de mi padre, era lo más cerca que tenía de ser un príncipe.

—¿Y usted quiere ser mi papá? — me preguntó a quema ropa, tomándome por sorpresa y dejándome con la boca abierta. —Mi mami y yo necesitamos un papá— informó como si aquel dato pudiera hacerme cambiar de opinión, y influir mi decisión. Yo por mi parte estaba en shock al ver a la hija que no sabía de mi existencia, pedirme inocentemente que fuera su padre. — Mi mamá es muy linda, señor Aladino.

Sus ojos ardían de emoción, y el pelo negro brillaba al sol. La señora estaba apenada de que la niña estuviera molestándome, yo en lugar de hacerme el desentendido o el disimulado, me agaché abriendo los brazos para que la niña se acercara a mi.

—¿Que te parece si hacemos un trato, usted y yo?— le ofrecí cautivado y enternecido ante ella. La vi asentir y esperar que yo hiciera mi propuesta— Yo acepto ser su papá, si me presentas a esa mamá tan linda que dices que tienes.

—¡Mi mamá es una reina!— comentó también entusiasmada ante aquel trato que le pareció Perfecto. —¿No es así señora Madelein?— preguntó buscado el respaldo de su cuidadora. —Dígale que ni mami Camil es una reina.

—Si, estoy seguro que tú mami es una reina de pies a cabezas.

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