29 “¿Cómo iba a conseguir odiarte? ”
FARID ARAY
—¡Yo no te odio Farid!— musitó ella negando con la cabeza—¡Yo nunca podría odiarte!… no a ti… no después de todo lo qué pasó entre nosotros. ¿Estás loco? ¿Cómo iba a conseguir odiarte?
—No me parece tan descabellado que me odies…—murmure recordando su primer tiempo bajo mi cuidado— Porque si no fue por odio… ¡Entoces, explícame Camil cómo es que me entero seis putos años después de su naciemiento, de la existencia de esa niña… de mi niña!
—¡Tuve miedo! — expresó ella con lágrimas en los ojos—¡Tuve miedo Farid!— repitió sin llegar a mirarme.
—¿Tuviste miedo de mi Camil? —ella me miró entonces y se puso de pie, como si lo que acababa de preguntarle le hubiera aguijoneado más que el propio sentimiento de culpa— Entonces fue eso… ¿tuviste miedo de mi? ¡Miedo de mi!
—No seas rídiculo Farid… —expresó casi como pasión caminando por la enorme sala devorada con detalles minimalistas—¡tuve miedo de todo y de todos!, excepto de ti— respondió con decisión.
—Dime entonces, ¿Por qué no tegresaste a mi lado entonces Camil? —la interrogué poniéndome de pie también. Mi pecho subía y bajaba exaltado. Me imagine mil veces reclamándole por hacerme dejado, pero en ninguna de esas ocasiones creí que sería reclamándole por haberme robado la posibilidad de ser padre.
—¡Por que tú no me querías! ¡Tú no me amabas! ¡Y yo no te quería obligar a casarte conmigo solo porque estaba embarazada!—escucharla me pego más fuerte que el camión que había destrozado mi coche la primera noche que el feroz destino me trajo a Atlanta.
—¿Qué yo no te amaba?—pregunté mirándola demencialmente ante aquella respuesta—¿Cómo se te ocurre siquiera sugerir algo así?. Porque no te amaba es que no pude vivir tranquilo…. Ni tener un instante de paz. Porque no te amaba, es que aún no me he casado siquiera ni pude rehacer mi vida…, porque yo no te amaba fue que me quede confinado en el Medio Oriente con tal de no verte con otro. ¡No Camil… tienes razón! ¡Yo no te amaba!… ¡yo tristemente te idolatraba!…
—¡Farid!— musitó ella despacio como si pudiera acariciar entre sus labios cada letra de mi nombre, al tiempo que yo podía sentir mi corazón crujir rompiéndose otra vez en pedazos— Yo… yo estaba confundida… estaba sola…—titubeó tratando de encontrar una explicación coherente a seis años de mentiras… o de ocultar la verdad.
—Estaabas sola, Parque así lo habías decidido Camil. Tu quisiste irte, tú quisiste castigarme de esa manera, y solo por no amarte lo suficiente … o creer tu que yo no lo hacía. ¡Vaya castigo impusiste por no amarte como tú necesitabas que lo hiciera! Nunca escuchaste decir que el hecho de que alguien no te ame como tú deseas, no significa que ese «alguien» no te ame con todo su ser.
—No me vengas con eso Farid… yo estaba allí, yo vivo en carne propia tú indecisión a casida de lo que diría mi hermano si se enteraba que te acostabas conmigo… yo estuve allí después, esperando que aparecieras y ni siquiera me buscaste. ¡No diste un paso para encontrarme!
—¡Sigue Camil!… cuéntame tú versión para ver si yo logro entender…
—¡No es mi put@ versión! Aquella noche regresaste a Riad después de una semana de estar desaparecido, y ¿¡que hiciste!?
Ella me miró con aquellos ojos tan penetrantes, capaz de traer el pasado de nuevo al centro del juego. Recuerdo que habían sido semanas difíciles para mi, por esos días había descubierto mis verdaderos sentimientos hacia ella, y yo también estaba demasiado vulnerable.
—¡No estaba desaparecido Camil, había asistido a la boda de tu hermano, a la que te negaste a ir conmigo. Me gritaste antes de salir que: “¡Te daría vergüenza que te vieran conmigo!”. Así que cuando regrese, ¡hice lo mejor que sabía hacer! ¡Amarte con mi cuerpo, con mis ganas! ¡Amarte de pies a cabezas! Pero eso no era suficiente para ti.
—¡Claro que no era suficiente! —objetó contrariada y demasiado emocionada —No quería ser un objeto decorativo en tu vida… ya había sido un objeto decorativo para todos. Aquella noche dejaste claro que no era un buen momento para enfrentar a Liam, que no lo harías… ¡que yo solo sería tu amante de turno!
—Perdón Camil, pero aún hoy me parece arriesgado destruir la única familia que tengo por una mujer que no le temblaba la garganta para gritar que…
—¡Que te amaba!…—chilló ella.
—¡Que le daba vergüenza que la vieran conmigo!— y yo respondí prácticamente al mismo tiempo.
Ella cerró los ojos y las lágrimas bañaron sus ojos. Aún así preferí no acercarme a reconfortarla, mis sentimientos eran turbios y miles de emociones encontradas me llenaban el pecho.
—¡Yo te amaba!— repitió aún con los ojos cerrados y sin mirarme. —Por eso me fui… porque te amaba. Porque una vida sin tu amor, si no era porque me amabas… de nada valía estar a tu lado. Me fui y al tiempo descubrí que estaba embarazada de Emira.
—Si me amabas como aseguras ahora, porque no regresaste… porque no me llamaste cuando te descubriste embarazada… porque no contarme que iba a ser padre. ¡Por dios Camil! ¿¡Por qué no solo regresaste!? ¡Te hubiera recibido con los brazos abiertos!
—¡Si regrese a buscarte a Riad, cuando mi madre me echo de casa al descubrir mi embarazo!¡Gasté todo lo que tenía en ese boleto de avión! Mamá rompió mi celular, hizo pedazos con una tijera las tarjetas que mi hermano pagaba, estaba sola, desesperada, desprotegida… y tú no estabas.
–Después que te fuiste aquella casa me dolía Camil. Allí me laceraba hasta el mero hecho de respirar. Espere un mes entero por ti, porque regresarás, y luego partí a las Minas del Golfo Pérsico, el trabajo fue lo único que impidió que me volviera loco pensando que demonios había hecho mal como para que me abandonaras así, sin siquiera darme la cara.
—Ese día descubrí que era tarde para nosotros Farid. Ese día súper que estaba solo yo para mi hija…
—Ya hablé hace dos dias con Liam, Camil—informé y ella me miró boquiabierta.— Y a mi tío le importa un comino como tú o yo llevemos nuestras vidas.
—¿Liam sabe que su sobrina es tu hija?— inquirió ella y solo asentí con la cabeza—¿Y como se lo tomó?—me interrogó sorprendida.
—Digamos que, tú hermano es el más feliz de saber que la niña es mi hija, y en el fondo siempre sospecho que entre nosotros había ocurrido algo.
—¿Y ahora que pasará con «nosotros» Farid?— volvió a preguntar ella con semblante preocupado. La tarde noche había desatado una tormenta demasiado intensa en mi interior. Me ardía respirar allí junto a ella, sabiendo que por egoísmo me había dejado a un lado.
—No hay un «Nosotros» Camil. ¿No fue acaso eso lo que descubriste cuando me excluiste de la vida de Emira a capricho?— le pregunté demasiado dolido como para ser coherente—Me haré cargo de mi hija, de todo, y solo espero que cooperes conmigo, y me ayudes a acércame a la niña. ¡Ese es mi único propósito ahora… el acercarme a la niña!
Quise creer que nos habíamos puesto de acuerdo cuando volvimos a abordar la camioneta. Camil no dijo una palabra durante todo el camino de regreso, y yo también preferí guardar silencio. Ya nos habíamos dicho bastante, nos habíamos lastimado bastante, y ya era tarde… tarde para otra cosa que no fuera ser padres de una niña hermosa, la más hermosa de todas.
En unos veinte minutos ya estábamos de regreso en el edificio de cuatro platas donde vivía Camil. Había empezado a caer una leve llovizna y el cielo amenazaba con llorar a cántaros.
Baje del coche y lo rodee para caballerescamente abrirle la puerta del coche a Camil. Ella aguardó mientras yo le abría y le ayudaba a bajarse.
Camil fue la primera en subir y yo la seguí a poca distancia…, me sentía nervioso, demasiado nervioso.
No todos los días a uno lo presentan con la mujer más importante de su vida. Eso era Emira… la mujer más importante de mi vida, y ya era una pérdida que no me hubiera conocido siendo una bebita regordeta.
Ahora estaba en mis manos arreglar mi relación con ella, con ella tenía que ser lo suficientemente bueno y sincero como para que al contrario de su madre, no me dejara nunca.
Alcanzamos el corredor del cuarto nivel, y allí… sentada en el piso bajo el umbral de la puerta abierta, estaba Emira ansiosa esperando a su madre, y se me hinchó el pecho de la emoción contenida, al pensar que también posiblemente me estuviera esperando a mi.
—¡Mami! ¡Mamita! ¡Trajiste a mi papá!— chilló la niña y impactado como estaba, no fue extraño que unas lágrimas calientes surcaran mis mejillas.—Solo espero que no lo hayas regañado mucho por haberse demorado tanto en venir.

Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.