33 “No me iré sin despedirme”
CAMIL DE LA FUENTE
Veinte minutos más tarde de haber llegado, ya todo el papeleo estaba listo.
«Emira Aray De La Fuente…» se leía por todas partes y mi mente divagaba por haber llegado finalmente a eso, mi mayor miedo se había convertido en realidad, y después de todo me lo estaba tomando muy bien.
—¡Como siempre debió haber sido!— susurró Farid mirando el nombre de la niña, como si pudiera leer mi mente. Estaba tratando de sacarme de mis casillas abiertamente, lo que no sabía es que yo tenía un doctorado en paciencia al llevar seis largos años criando a un terremoto sola.
Esperamos, firmamos todos los documentos y recogimos una copia, para salir de aquella oficina.
Salimos a la calle y Emira no dejaba de hablar como una lora drogada, y su padre solo seguía animándola a hablar más.
La lluvia siguió cayendo torrencialmente; y salimos de allí bajo las inmensas gotas. Llegar a la camioneta fue casi una odisea, a pesar de que Farid la pegó lo más que pudo a mi posición, resguardada bajo techo.
La camioneta Cadillac recorrió el trayecto de vuelta a casa, rápidamente y sin percances. Solo que no fuimos directamente a mi edificio, sino ala casa que Farid había comprado para nosotras.
Yo había prometido lo de pensar lo de cambiarme a aquella mansión, pero a Emira sí que le quedaban a n las cosas claras, ella estaba absolutamente encantada con la idea de mudarse allí lo antes posible.
Aún así, me quedaban mis reserva, porque aunque ahora todo marchara Perfecto, era un hecho que él se marcharía de regreso a Arabia Saudí, a Dubai, o a cualquier parte del mundo en que tuviera su residencia actual, dejando a la niña totalmente devastada. Ese era mi mayor miedo, que Emira fuera a sufrir por extrañar a su padre.
A pesar de que no hubiera nada entre nosotros, él era un hombre encantador, y yo no lo culpaba de ninguna manera de los sucesos del pasado.
Yo era impulsiva, inmadura, pero no ingenua… cuando llegue a su cama tenía más horas de vuelo que un transportador de la Nasa.
Solo que con Farid todo era distinto, él le añadió disciplina a mi mundo. Una mirada de él, y bastaba para que lo respetara. Nunca prometió que me amaría hasta el final, pero tampoco pronunció lo contrario.
Quizás lo nuestro no estaba destinado a pasar, o a postergarse en el tiempo.
Quizás yo presione más de lo que debía…
A fin de cuentas, nunca había conocido a alguien tan fiel a mi, como lo fue él.
Farid además nunca había sido hombre de una sola mujer, eso lo sabía por la presa, así que llegaría el momento en el que decidiera rehacer su vida, y la niña y yo quedaríamos en otro plano, pero eso tampoco lo sabíamos. Era cuestión de tiempo que las cosas cambiaran.
Por fin llegamos a aquella casa grandiosa y bajamos del auto, bajo el pórtico.
Él me miró con tal intensidad, que me transportó de golpe a aquella noche, a la primera que hicimos el amor, y a la forma en que se encargó de cuidarme a pesar de mi desastroso modo de herirlo.
Mi teléfono comenzó a vibrar en mi cartera sacándome de las cavilaciones y de los recuerdos.
Farid dejó de mirarme a los ojos, pero aún así siguió hablando mientras yo me concentraba en mirar la pantalla del celular, para saber quien llamaba.
—Solo quiero que sepas Camil… que estoy muy orgulloso de ti, de la mujer que eres, de como te manejas y llevas tú vida— hizo una pausa y yo hice una mueca cómica al ver que era Dave quien amenazaba con derrumbarme el teléfono. —Y si de algún modo yo influí en algo en la mujer que eres… quiero que sepas que fue un placer haber contribuido.
No respondo, solo le muestro la pantalla con la llamada entrando. El nombre de Dave brilla, que incluso se vería desde un avión.
—¡Lo siento! Tengo que tomar esta llamada— le informo caminado dos pasos para alejarme de él— es mi jefe— pronunció y no me pasa desapercibida la mueca de desagrado que suelta.
Si no fuera un gesto tan descarado, creo que pudiera morir de risa ante la cara de Celso de Farid.
—¿No estás de descanso?¿Para que te necesita tú jefe— refunfuña.
—¡Para todo!¡Me necesita hasta para respirar!— musité pinchado a Farid con todo e intención. Sería bueno ver cuanto le dura esa faceta de que todo acabo… y ya no me interesas. —Soy médico, no tengo días de descanso, ni nada por el estilo. Más hoy al menos puedo prometer que no me iré sin despedirme.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.