DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 35

35 “Mar en Calma”

CAMIL DE LA FUENTE

Aquel brindis con un Moet Chandon Ice Imperial era más que una simple formalidad disfrazada, era una clara invitación a una guerra. Era el fin de una tregua que nos habíamos impuesto desde el día que el conoció a su hija, desde el día que se lo presente como su padre.

Una guerra contra Farid, era una perdida antes de empezar, yo ni siquiera podía anestesiar a mi corazón. Me era imposible no perderme en la intensidad abrumadora de aquellos ojos verdes, que eran como una maldición sobre mis sentidos.

—¿En qué estás pensando? —pregunté temiendo su respuesta al analizar su expresión seria, a penas me miraba, pero aun así me daba miedo lo que pasaba por su cabeza. Quizás no valore los peligros de intentar darle celos a ese hombre.

—¡En ti!— respondió con sinceridad. —En ti y en el futuro…

Emira regreso a la sala de pronto interrumpiendo aquel momento tan cargado de tensión. Farid dejo su copa sobre una repisa y camino al gabinete, allí tomo un estuche de terciopelo negro, y camino encantado mirando a su hija con adoración.

La expresión de sus ojos cuando miraba a la niña era lo mas genuino que hubiese visto jamás, aquel verde de sus ojos se volvía claro como el mar de un día de verano. Era fácil perderse en ese mar en calma, tan diferente a aquel verde oscuro y tormentoso con que me miraba a mí, antes por la pasión, y ahora por sentimientos que no llegaba a entender del todo.

Se acercó sonriendo como un niño quien carga un conejo y Emira contuvo el aliento ante aquella sorpresa que su padre había preparado para ella.

—¡Hoy será un día de demasiadas sorpresas! —anunció emocionado, feliz de poder hacer brillar a aquellos ojitos que lo miraban como si el fuera el príncipe de todo el mundo. Yo también amaba que Emira me mirara de aquel modo, con esa sonrisa soñadora que te hace creer que puedes pelear contra el dragón, liberar al reino, y conquistar el espacio exterior. Entendía ese sentimiento que crecía a pasos agigantados en el pecho de Farid, eso era amor…amor del bueno, del que es imposible liberarse ya. —¡Ábrelo! —animo a la niña poniendo aquel estuche en sus pequeñas y hermosas manos.

Hasta yo quede boquiabierta e impactada cuando Emira abrió aquel estuche que contenía tres anillos idénticos a distinta escala y dos pulseras a juego. Las joyas de oro blanco con esmeraldas enormes y diamantes engarzados con las iniciales de los nombre de nosotros tres: “CEF”, Camil, Emira y Farid.

Uno de los anillos era más grande, y era para Farid, él lo tomo con su mano derecha nos lo mostro enternecido justo antes de colocárselo en silencio, lo acomodó en su dedo anular, esa era su señal de compromiso hacia nosotras, lo conocía, y sabía lo que eso significaba para él, no importa lo que pasar entre nosotros como pareja, aunque la vida nos separara aún más… yo era su familia, yo y la niña seriamos siempre su familia hasta que muriera.

Los otros dos anillos, en compañía de las sendas pulseras a juego, para Emira y para mí.

—Este será el símbolo de nuestra familia—anunció mirándonos a ambas. —Yo siempre estaré para ustedes, sin importar el tiempo, o la distancia. ¡Yo siempre seré tu papa pequeña!¡Siempre seré el papa más orgulloso! ¡Mama y yo siempre estaremos para ti sin importar que pase! ¡Siempre!

Emira se lanzó al cuello de su padre y lo abrazó con fuerza y yo me limpie las lágrimas de los ojos antes de que salieran, me había emocionado por las palabras de Farid más que por aquellas joyas.

Acomodé aquel anillo en la mano pequeña de mi hija, y abroché la pulsera. Ella se miro encantada, mientras que yo mordía mi labio inferior pensando que tan prudente resultaría colocarme aquella pulsera y usar un anillo en el dedo adonde tendría que posarse un anillo diferente, de otro tipo de compromiso.

Con cuidado me coloque el anillo y la pulsera sintiendo la vista del árabe sobre mí. Tampoco es que pusiera llevar ese tipo de joyería fina al hospital a diario.

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