DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 38

38 "¡Quédate!"

FARID ARAY

Lo que empezó como una tormenta normal se convirtió en todo un torrencial que no daba señas de cesar.

Después de analizar las enrevesadas condiciones climáticas, me parecía que lo más inteligente sería permanecer en aquella casa, aunque Camil parecía ansiosa por marcharse lo antes posible. Ese acercamiento entre nosotros la había puesto demasiado nerviosa y no la culpaba por quererse alejar. Lo que no acababa de entender es porque la vida de los adultos tiene que ser tan jodidamente complicada.

—No es buena idea que se marchen bajo esta lluvia—sugerí mientras que ella sentada en un sillón trataba de reincorporarse con Emira dormida sobre su pecho.

—Ven déjame ayudarte— ofrecí caminando al sillón para tomar a la niña en mis brazos, y listo para subir para la habitación que había preparado para ella.

—Farid no es prudente que me quede aquí… contigo… a solas…

Sonreí con nuestra hija en brazos y negué con la cabeza. Tenía a una niña bastante «oportuna» en brazos, así que era poco probable que pudiera ocurrir algo.

—¿En serio? ¡No puedes estar hablando en serio! Con esta pequeña sapa es muy difícil que el término “a solas” cobre sentido— alegué en tono de broma… —¡Vamos! tenemos una habitación que estrenar— comenté y Camil asistió mientras que me seguía por las escaleras.

Llevé a la niña a su habitación y entre los dos la acostamos, y arropamos. Camil le saco los zapatos y Emira solo hizo una mueca graciosa.

«Ahí estaba ella planeando en sueños la próxima forma dulce de arruinarme el momento» pensé y no puede evitar sonreír con ternura ante aquella carita hermosa que me recordaba tanto a mi mismo.

Cuando ambos nos aseguramos que estaba perfectamente dormida y tranquila salimos de aquella habiatacion.

Cerré la puerta de la habiatacion de Emira con cuidado a mis espaldas. Y avance un par de pasos por el corredor del segundo piso.

—Bueno, creo que dormiré con Emira— musitó ella tratando de huir de mi.

—Eso es ilógico, Camil. En tu propia casa la niña duerme sola. Aquí no tiene porque ser diferente…

—Pero tú no estás al acecho en mi propia casa— expresó a la defensiva.

—Me ofendes con eso de que estoy al acecho— acoté dramatizando el sentirme ofendido. —Soy un hombre perfectamente razonable, que puede entender que una mujer no quiera nada, absolutamente nada con él.

—¿Eres un hombre perfectamente razonable? —interpeló ella—¿Desde cuando?

—Ven, tengo un sitio solo para ti, justo por aquí—señalé y le hice un gesto con la mano para que me siguiera, ella rodo los ojos y pareció aceptar a dormir en otro sitio.—No te preocupes, está lo suficientemente cerca de la habitación de Emira como para sentir si la niña despierta. Además hice instalar un intercomunicador de bebé, para que estes segura que Emira esta bien.

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