45 " Doblegando voluntades"
CAMIL DE LA FUENTE
No quería someterlo, ni destrozar su voluntad, solo deseaba conciliar el pasado sin ningún deje de orgullo.
Farid me quería tal y como yo era, y para eso sin dudas había que estar fuera de equilibrio mental o estar muy enamorado; y ciertamente me inclinaba la más por la segunda opción.
Farid continuaba enamorado de mi, esa era la única explicación para esa escapada casi romántica que nos habíamos dado junto a nuestra hija.
Entreabrí los labios húmedos viendo cómo él se encargaba cómo todo un experto de abrir la costosísima botella de vino Cabernet Savignon que había traído el servicio de habitaciones.
Tomé dos copas y me puse de pie, abandonando la sala para irme a la habitación principal. Estaba segura que él me seguiría hasta el fin del mundo si eso era preciso.
Él camino tras de mi, prácticamente a tientas; porque al voltearme descubri que venía perdido en mi figura.
— Está habitación y tú me hacen sentir como una princesa— comenté sonriéndole con cierta complicidad, de esa que avecina una tormenta que arrasará con todos los sentidos.
—¡No seas una princesa!,¡sé una bruja!— me instó acercándose a servir la primera copa de vino sin perder aquel explicito contacto visual que aseguraba que me comería viva —, y la pasaremos mucho mejor —agregó con descaro, ese que lo hacía un hombre absolutamente irresistible.
Luego sirvió la otra copa y apartó la botella, dejándola sobre una mesa cercana .
—Ven aquí Habiba— ordenó con esa voz tan sensual que hizo que mis piernas temblaran.
Farid pegó su cuerpo al mío y sin previo aviso y sin darse el primer sorbo de vino, comenzó a besar la piel de mi cuello que iba descubierto, por el vestido de noche que usaba. Al frente era algo escotado, y en la espalda tenía un escote profundo que llegaba hasta mi espalda baja.
Yo deje que devorara mi piel, calentándome en el proceso y mientras tanto cerré los ojos para disfrutar aquellas maravillosas sensaciones. Lleve mi propia copa de vino a mis labios buscando maridar el líquido rojo con esos besos y mordiscos deliciosos que el jeque plantaba en mi piel ansiosa por sus caricias.
—Estoy tratando de patentar una teoría científica — expreso contra mi clavícula derecha con la voz ronca. —Estoy seguro que el vino más caro no sabe a nada después de haber probado tu piel.
Gemí cuando su lengua acarició mi cuello, y toda mi piel se erizó ante su contacto.
Se apartó un poco para besarme los labios, probando en ellos el sabor exquisito del vino en el que destacaban toques afrutados y fuertes, a chocolate y a amor.
No fue necesario el calor propio que provoca el vino, para que mi vestido negro saliera volando directo al diván rosa de la esquina.
Mi pecho desnudo quedó al descubierto, mientras que apoye la copa en la mesa más cercana para cinnmis manos libres y ansiosas luchar por sacar a Farid de esa Camisa Negra que llevaba.
Como dice el conocido tema musical… «quería que me enterrara el difunto»
Los botones cedieron y el torso desnudó me dejó sin aliento. Aquellos tatuajes marcaban su piel sobre sus músculos duros y definidos, haciéndolo aún más deseable.
Farid no perdía el tiempo. Al contrario. Sus manos acunaron mis pechos, que parecían haber sido hechos para ese toque. Pellizco con pericia mis duras aureolas, y se jactó del resultado que consiguió.
Nos fuimos contra el diván, y caí sobre sus piernas, acomodándome a horcajadas para que él tuviera acceso completo a mi pecho.
Probó primero uno, y lamió, succionó, y marcó con sus dientes la delicada piel, su lengua recorrió el monte de mis senos, hasta dar con el otro montículo erizado, que esperaba por aquellas atenciones deliciosas que me estaba propinando. Contuve la respiración ante tantas sensaciones que se volvían húmedad entre mis piernas. Mire aquello cabeza hermosa de cabellos negros sobre mi pecho, y enrede mis manos en los mechones negros como la noche instándolo a que me devorara más fuerte, hasta marcarme como suya.
Luché con el cinturón de Farid, hasta aflojarlo y sacarlo. Él por su parte se acomodó en el diván y comenzó a besarme otra vez acariciando mi espalda.
Abrazándome contra él, su pecho desnudo y musculoso contra mis senos duros por la excitación que me embargaba. Nos comenzamos a besar, el sabor de su boca mezclado con el vino era una mezcla deliciosa que embriagaba más, mis ya tomados sentidos. Mi sexo empapado palpitaba, restregándose con la polla dura de mi árabe bruto, era una clara señal que necesitaba ser empalada, y que él me penetrara hasta el nombre.
—¡Dime que me deseas!—exigió él con las pupilas dilatadas, y aquellos ojos verdes por la arrolladora pasión que compartíamos.
Me separe un poco de Farid, poniéndome de pie y alejándome de él para dejarlo demasido sorprendido siguiendo cada uno de mis movimientos con la mirada. Con todo el descaro del mundo me erguí frente a él y me saqué la braga con una sonrisa dolosa, si que habían premeditación en mis actos. Me hinqué de rodillas frente a él, le desabroche el pantalón y lo baje lentamente, mientras que el arábe bruto mordía sus labios u magreaba mis senos.
—Me gusta cuando priorizas esté tipo de egoísmo— confesó. Y si había egoísmo en aquella forma en que él me hacía el amor, pues ya no querría que mi Árabe bruto fuera de alguien más.
Farid sin pensarlo arremetio con fuerza y de un solo golpe metio su miembro, aunque si… tengo que reconocer que lo estrecho de mi canal le puso un poco de resistencia que lo hizo maldecir en arabe, totalmente enloquecido por el rozamiento.
Sentí un dolor agudo pero delicioso... cada embestida provocaba abrir un poco mas hasta que porfin senti todo su miembro dento de mi
Gemí como toda una zorra, sentia cada ataque partirme en dos... mi propia humedad lo empapaba mientras él rugía embistiéndome con todo.
Entraba y salia casi toda, sentia como su glande y sus testiculos rozaban mi clit0ris.
Cada centímetro me hacia querrá gritar de placer...
Mis ojos se fueron turbando e intente dejarme ir. Pero él no me dejó. En un Rápido movimiento caímos acostados de lado, con el pegado a mi espalda . Ahora él podía ver las expresiones de placer en mi rostro, mientras que seguía desde atrás con sus embestidas profundas.
Mis uñas arañaron el colchón y no soportaría mucho tiempo más, y era evidente que el «bruto» estaba disfrutando como era capaz de hacerme perder el control de aquel modo. Mi cuerpo se estremecía de puse de cada embate certero.
Me mordí los labios para contenerme y no gritar, pues Emira estaba dormida en la habitación continua.
Mi cuerpo entero se contrajo con el placer tocando cada terminación nerviosa
Bajo lijeramente la intensidad para prolongar la tortura y poder admirar tambien mi cuerpo temblando.
Eso fue suficiente para ambos. Ni pegando estallo, y el de él fue al instante. Dejándonos a ambos tendidos, fascinados e incluso más excitados que con el primer sorbo de vino, está claro, de ser eso posible.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.