DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 46

46 "Cuánto la amo, y cuánto la deseo"

FARID ARAY

Era el segundo día, de nuestro fin de semana familiar y ya al día siguiente al atardecer regresaríamos a Atlanta. Estaba en paz conmigo mismo y con ellas, y atesoraba cada momento único que habíamos vivido.

Estaba ya atardeciendo y el sol comenzaba a esconderse y vimos aquel ocaso juntos y tomados de la mano, contemplando cómo Emira jugaba con otros niños de su edad en un pequeño parque cercano a una de las piscinas del resort.

Era fácil sentir que la amaba como la primera vez, pero ahora era más intenso, porque sabía perfectamente que ya no sería capaz de dejarla marchar nunca más y que este fin de semana en familia era sólo el comienzo de un amor para el cual no existirían los límites ni las ataduras, porque era un amor inmaculado y totalmente merecido para ambos, sacando luego la conclusión, que al fin y al cabo yo había encontrado al amor de mi vida, la cual hasta hacía un par de meses era solo una quimera. Mi amor del pasado y mi amor de siempre.

—Mi Habiba, ¿sabes desde cuándo deseaba estar así contigo?— preguntó ganándome de lleno su atención—ya no quiero estar más solo, han sido años turtuosos, y quiero recomenzar a vivir ahora que te tengo a ti— digo con decisión observando su hermoso semblante a las luces del atardecer. —No me conformo con no vivir contigo, con no ser parte de cada ocurrencia de nuestra hija.

Ella sonríe y me mira con demasiada ilusión en los ojos. Hay un brillo especial en ella, y me encanta verla así, libre, sin ataduras y cerca de mi por decisión propia.

—Sabes que es muy posible que mi madre se instale durante unos meses en Atlanta— me explica —¿Qué haremos cuando llegue ese momento? — preguntó con verdadera preocupación en ese respecto—¡No te puedo tener escondido en un closet, para solo despolvarte y sacarte de allí cuando quiera que me hagas el amor! ¡Las Cosas no funcionasen así, ni son tan sencillas Farid!

Solté una carcajada ronca que hizo que ella también sonriera, siempre sin perderle la pista a nuestra hija.

«Si la promesa era esa… sacarme para hacerle el amor ; podía vivir dentro de un armario y crearía que era el de Narnia»

—¡Ven a vivir conmigo Camil! — pedí tomando su mano—No compré la casa pensando que yo me quedaría… siempre pensé que sería la residencia tuya y de la niña; pero ahora no me imagino viviendo en otro sitio que no sea en esa mansión en Atlanta con ustedes. Cada vez que cae la noche y no están allí, siento como si faltara la parte más importante de mi vida.

Quedó en silencio en espera a la respuesta, y temo lo que dirá. No por falta de amor o compromiso sino por el tema de Mara y su enfermedad.

A riesgo de sonar egoista, me preguntó a mi mismo porque esa m@ldita vieja bruja escogió este momento para reaparecer en la vida de su hija. Seis largos años en los que Camil tuvo que subsistir sola…sin mi, y sin su madre, y con una bebé en brazos y una carrera de medicina; y ahora que las cosas entre nosotros parecen aclaradas, reaparece Mara como un mal presagio a limitarnos las ganas de ir todo lo rápido que deseáramos en nuestra relación.

—Árabe bruto. Sabes que me encanta pasar tiempo contigo… y me fascina tu propuesta. Me encanta verte con la niña, han hecho una dupla inseparable… pero sabes que no puedo aceptar así como así. No puedo ser egoísta cuando mi madre más me necesita. Creó que le dará un síncope nervioso si se entera que vivimos juntos.

—¿Sabes una cosa? Deberías darle prioridad a tu egoísmo de vez en cuando— me aventuro a bromear… me jode que arriesgue todo por una mujer que en seis años no ha dado la cara, que renegó de mi hija… que ni siquiera se dio la oportunidad de conocer a un ser tan especial como lo es Emira. También sé que hizo lo mismo con Liam; continuó como un parásito viviendo de su dinero pero se negó a reconocer, o aceptar cómo sus nietos a los hijos de Atenea. —A tu madre le dará el síncope nervioso de cualquier forma, Habiba, y eso será cuando se entere que la niña es mía, que Emira es mi hija.

—No quiero que esa situación me aleje de ti— musita con sinceridad apoyando la cabeza en mi pecho, y la abrazo tratando de reconfortarla.

CAPÍTULO 46 1

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