51 NO ME PUENSO RENDIR
CAMIL DE LA FUENTE
La primera de las ambulancias que llegó, era un hombre con lesiones bastante graves, un traumatismo Torácico de importancia.
Al parecer había sido aplastado por un objeto demasiado pesado en la mina, y su cavidad torácica estaba totalmente colapsada.
La compresión de una cavidad cerrada puede ser devastadora. Las lesiones por aplastamiento son en la mayoría de los casos mortales. Nunca había visto tanta destrucción en la pared torácica, las costillas y los músculos. Así que la cirugía fue agotadora, hasta que perdimos al segundo paciente del día dentro de un quirófano. Todos salimos de allí frustrados y consternados. La mala racha que había comenzado nos tenía un poco abrumados; pero como bien dijo Melissa que estaba también asistiendo en el quirófano como enfermera, este es nuestro día a día.
Dos horas y media más tarde por fin pude salir de aquel quirófano. Me costó concentrarme después de la llamada que había recibido pero no tenía modo de abandonar mi trabajo, mucho menos estando de guardia
Mi madre tenía que estar despotricando de lo lindo en aquel areopuerto. Ni siquiera tuve tiempo de avisarle a la señores Madeleine que me hiciera el enorme favor de ir por mi madre a la Terminal Aérea.
¿Y cómo? Mamá no conocía a mi vecina, y la buena de la señora Madelein tampoco tenía el «inmenso placer» de conocer a Doña Mara, « no sabía la suerte que tenía de ignorar qué tal espécimen del sexo femenino existía».
«Mara… mi madre es algo así como Cruella versión Miami»
Tampoco existía la posibilidad de que la recién llegada hubiera tomado un taxi para ir ella misma a mi casa; por irónico que sonara Mara no sabía absolutamente nada de mi o de las personas que me rodeaban durante los últimos seis años . Ni siquiera tuvo la delicadeza de avisar que llegaba para yo al menos poder organizarme.
Tampoco podía contar con Farid para recogerla al areopuerto, pues era un hecho rotundo que esos dos se matarían en cuanto se vieran. Demasiado rencor por parte de Farid, y demasiado desprecio por parte de mi madre.
¿Cómo podría yo pedirle a Farid que olvidara el pasado?, y que borrara todo…cuando Mara prácticamente lo torturaba. Por esa época tendría unos seis años al igual que nuestra hija Emira, y el pobrecillo soporto los castigos excesivos sin emitir una sola queja hasta que Amiel se divorció de mi madre, llevándose consigo a su único sobrino, quien era el único recuerdo de su difunto hermano.
Claro está que el ex esposo de mi madre nunca sospechó que ella atentara contra un niño que llevara la sangre Aray en sus venas.
Ahora que soy una adulta, y que soy madre, no entiendo como ella fue capaz de algo así. No me cabe en la cabeza que alguien encuentre satisfacción de maltratar, traumar y condenar a un niño de ese modo atroz. Así que entiendo plenamente al árabe, pero no tiene caso que alimente su rencor. Así que solo procuro no hablarle de su relación con Mara.
Pienso en alguna alternativa para salir al areopuerto, lo cierto es que me da hasta miedo mirar mi teléfono. Mi madre puede ser experta en ofender y bajarte el ánimo con un solo mensaje de texto de ciento sesenta caracteres.
Mi hora de descanso está por comenzar y no olvido que tengo que presentarme antes del jefe de cirugía Dave Brown. Así que resoplo y salgo casi que corriendo a su oficina.
A esta hora ya el hospital está atestado, y los pasillos repletos de gente. Por fin alcanzó la puerta y tocó levemente, mientras me atrevo s revisar la pantalla de mi celulares. Si hay alguna llamada del «bruto» está perdida entre las cientos de llamada que hizo Mara. Además tengo otra buena cantidad de mensajes que no creo que sea buena idea leer.
La puerta se abre y Dave con el gesto fruncido me indica con la mano que entre. Me repito mentalmente una y otra vez que es mejor morderme la lengua que replicarle. Así que cuando me invita a sentarme frente a su escritorio sencillamente obedezco y lo hago.
—¿Quieres almorzar?— es lo primero que pregunta dejándome boquiabierta.
—¿Tan dura será tu reprimenda que necesitas alimentarme primero? —respondo con otra pregunta y él solo sonríe.
—No te voy a reprender Camil. Eso ya lo hice en el quirófano. Si hoy hubiera sido tu examen de especialidad para titularte como cirujana hubieras reprobado—me informa mirándome a los ojos. —Tu eres mi mejor alumna, y lo qué pasó hoy en ese quirófano no puede volver s ocurrir.
—Solo trate de salvarle la vida a ese hombre— replique tratando de recordar la razón por la cual decidí que era mejor morderme la lengua.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.