69 DROGA Y TERROR
CAMIL DE LA FUENTE
Sobre las dos de la tarde Mara y Dave me localizaron después de recien salír de un procedimiento de cirugía menor. Entre una cosa y otra el día había avanzado y yo casi tenía que terminar los asuntos que tenía en el hospital para ir por Emira.
Dave me pasó los exámenes que le había estado prácticando a Mara durante toda la mañana y parte del mediodía, y después de analizar un momento los rayos x de contraste, pues no era necesario que un oncólogo viera ese tumor para saber que debido a su tamaño y proporciones, solo Dios le haría el milagro de sacarlo de su cuerpo. «Ya por su puesto que si alguien estaba en muy malos términos con Dios… esa era Mara».
Aún así se me hizo un nudo en la garganta, era en el cuerpo de mi madre que vivía ese monstruo que mostraban esas pruebas.« ¿Cómo no sentirse triste con algo así».
Quizás ese era el karma, o la propia maldad de Mara había creado esa masa que ahora la mataba desde dentro.
«Un monstruo viviendo dentro de otro peor» pensé con sentimientos encontrados.
—Creí que había quedado claro que ibas almorzar con nosotros. Estoy exhausta, muerta de cansancio de tanto ir y venir por las salas de este hospital. Creo que estoy famélica — insistió mi madre insistiendo otra vez. Además de haberme sosprendido al ver que continuaba allí en el hospital me reprendía; pues según ella estaba hambrienta y yo era la única culpable que no se hubieran ido a comer.
—Fui bastanate clara contigo hace unas horas Mara— espete quitándome el gorro azul estampado de pequeñas glores con el que cubría el cabello en el quirófano—. Hoy no es un buen día para mi. Tengo que ir por mi hija dentro de una hora y treinta minutos; y aún me queda demasiado por hacer.
—¿Y el padre modelo?— comentó ella con puro sarcasmo en la voz. Hay gente capaz de hablar desde su corazón; mi madre por su parte, tenía esa cualidad de hablar desde el tumor.
—Farid tuvo que viajar a Los Ángeles, y no creo que eso sea de tu incumbencia— respondí siendo bastante cortante. —¡Y si! Puede que él haya llegado tarde a la vida de Emira, pero es mucho mejor padre de lo que espere que fuera. Y obviamente mucho mejor padre que la figura paterna que tú me obsequiaste a mi.
—Camil, tú y yo siempre estuvimos muy bien sin la presencia de tu padre. Para que tener un Don Nadie con nosostras. Si mi ex marido llegaba a saber que estaba viviendo con otro hombre, retiraría la pensión que pagaba. Créeme querida, estábamos mejor sin el donante de esperma.
Sentí un peso en el estómago al escuchar aquellas palabras. Poco me falto en ese instante para tirarme de rodilla al suelo, y agradecer por aquel accidente, por el destino, por haber puesto de nuevo a Farid en mi camino.
Ahora me daba cuenta que había sido la copia de ella, al permitir que durante tantos años Emira desconociera la existencia de su padre.
Ahora solo me restaba ser feliz, pues yo tenía la oportunidad de cambiar eso.
Si algo quería lograr en mi vida; amén de que nunca lograra mi sueño de ser cirujana, o sobre cualquier otra cosa que me propusiera, era sencillamente NO SER COMO MI MADRE, en nada. Si en el recuento de mi vida, pudiera decir que me aleje de ese camino, cada segundo de mi vida valdrá la pena.
—Camil un estudiante de quinto año de medicina, cubrirá tus post operatorios, y terminará los reportes— ofreció Dave— Si estoy siendo categórico disculpa, pero con la cantidad de pacientes que tienes, si no aprovechas esta oportunidad, no hay modo de que llegues por la niña antes de las cinco de la tarde.
—No me gusta cederle mi trabajo a otros— murmuré valorando la posibilidad de que fuera cierto, y que quizás a las cinco aún estuviera anclada al hospital. Hoy ni siquiera podía contar con la señora Madelein para recoger a Emira en el colegio, pues estaba fuera del Estado. —Ya buscaré la forma de terminar— dije declinando otra vez la invitación.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.