70 MAMÁ Y PAPÁ SE OLVIDARON DE MI
FARID ARAY
—¡Cálmate Farid! Estás desatado. De seguro se le apagó el celular . Camil siempre ha sido despistada— musito Atenea tratando de calmarme con el pequeño Max en brazos y Athalia su hija de cuatro años sentada a su lado. — No nos adelantemos a los acontecimientos. Si bien debió procurar a la niña, es probable que esté trabajando en un quirófano.
—Camil puede ser despistada para muchas cosas Atenea, pero nuestra hija no se incluye en eso. Ella es una excelente madre. Ella no se olvidaría de Emira. ¡Eso no! Algo grave tiene que estar pasando en Atlanta. Algo tan grande que le impidió recoger a la niña.
Tan pronto la areonave se elevó en el aire, y pude volver a a conectar los dispositivos de comunicación continué llamando a Camil con desesperación.
—¡Farid estas exagerando!— insistió Atenea que no conocía a mi mujer como lo hacía yo. Camil ya no era la irresponsable que me habían llevado a Riad. Camil era una madre preocupada y abnegada, su mayor pecado ultimadente sería ser buena hija, con un ser que no merecía más que repulsión.
Si esa m*****a cucaracha, la ojiva nuclear logró hacerle daño a Camil , juro por Dios que no la contara. No será una enfermedad terminal lo que acabe con su vida. Seré yo con toda mi ira. Yo y que Liam y Camil me perdonen por librar al mundo de esa escoria.
El vuelo me pareció más lento y más largo de lo acostumbrado, anque suene trillado.
No veía las santas horas de aterrizar en Atlanta, y poner esa m*****a ciudad de cabezas hasta encontrar a mi mujer.
Camil va a tener que poner en una balanza cierras cosas, porque no puedo vivir con esta angustia.
Más de sesenta llamadas perdidas, otros cientos de mensajes, y Camil no da señales de parecer.
—Su teléfono no está apagado— le informe a Atenea sintiendo un nudo en el estómago.
—Farid, quizás perdió el teléfono— aseguró allá.
—Y a nuestra hija, ¿También la perdió?—agregué usando un tono demasiado fuerte.
Atenea estaba acostumbrada a ver a un Farid bromista y afable, porque realmente ella siempre me simpatizó. Así que no era de extrañar que el leo más oscuro de mi personalidad la tomara por sorpresa.
Maldije mil veces a Abdel Kaya, a Yamila Kaya, y a todo lo que me había alejado de Atlanta. Sabia desde que salí, que algo hoy se rompería. No sabía si era un presagio, o una mala jugada del destino, pero sabía que no debía marcharme.
Casi Cuatro horas más tardes, el avión por fin tocó la pista. Cuando sentí la tierra bajo las ruedas rodando no pude evitar sacarme el cinturón de seguridad de un tirón.
Mi autocontrol y mi paciencia se habían agotado durante ese vuelo.
Me sentía como un loco acosador después de haber llamado a Camil realmente unas cien veces.
Ya había caído la noche, y el cielo estaba nublado. Así que el panorama era tan oscuro como mi alma en ese momento.
Casi a regañadientes ayude a Atenea a bajar a la niña. A fin de cuentas ella no tenía culpa de nada de lo que estaba pasando, y solo quería ayudarme.
Tan pronto baje de la aéreonave saque mi teléfono otra vez, pero no llame a Camil. No tenía sentido, si ella no respondería.
Llamé a la profesora de Emira, y le rogué a Allah que por favor Camil hubiera ido por nuestra hija. Después del tercer tono la señorita Roxanna respondió.
—Buenas noches, soy Farid Aray, el padre de Emira. Solo necesito que me pase su ubicación en tiempo real para poder ir por la niña.
—Enseguida le pasó un mensaje de texto con mi ubicación en tiempo real— informó ella y cerre los ojos. Aquello no era lo que quería escuchar.
El mensaje entró y lo abrí dándome cuenta que no estaba lejos del areopuerto.
Finalmente llegué a la puerta que marcaba la posición que había enviado m la maestra un rato antes. Toque con el alma pendiendo de un hilo.
No fue necesario tocar otra vez. La puerta fue abierta por la señorita Roxana, y corriendo, hecha un mar de lágrimas con la fuerza de una tromba marina, se lanzó Emira a abrazar ni cintura sin darme a penas tiempo de reaccionar.
—¡Papá, papá, papito!— sollozaba a grito pelado realmente asustada. —¡Papi no me dejen!
Totalmente sobrepasado por la escena me arrodillé frente a ella, mientras las lágrimas bajaban calientes por mi rostro. Deje que la niña se me abrazara cada vez con más fuerza mientras que la acunaba entre mis brazos.
—Despertó hace unos minutos— explicó Miss Roxanna. —Esta muy alterada, y no quiere comer nada.
—¡Gracias!— susurre mirando a la profesora ella asintio con la cabeza. Cerre los ojos abrumado, y abranzando con más fuerza a mi niña, me perdí en la fragancia angelical de su cabello.
Dejé que Emira se recuperara un poco, para luego ponerme de pie levantándola entre mis brazos para que la llevara al auto.
Agradecí otra vez a Miss Roxana que me pasó la mochila de Emira y su lunchera.
Emira no dejaba de llorar , la respiración le costaba por los violentos sollozos.
—¡Mi mamá se olvidó de mi, papá! ¡Mis papás me olvidaron en la escuela!— decía verdaderamente azorada de que la maestra la hubiera tenido que llevar a su casa.
—Shhh, estoy aquí Emira. ¡Papá está aquí !— le repetí— ¡Mamá es nuestra heroína cirujana, solo se atraso en el hospital! ¡Solo es eso mi beba, solo es eso…!
Atenea que había visto al escena desde lejos abrió la puerta para nosotros, y acuno a la niña en lo que yo me acomodaba.

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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.