PANDEMÓNIUM PARTE 2
FARID ARAY
Ella retrocedió al verme dispuesto a golpearla incluso, si no cerraba esa boca asquerosa. En mi código de ética estaba nunca agredir a una mujer, pero Mara era un monstruo, así que hoy no me importaría sacarla de mi camino a patadas.
—La única mancha en nuestras vidas, es usted Arpia. Además ya deje de ver Harry Potter… es evidente que le está afectando el cerebro.
—Mancha o no—comentó burlesca—, pero te saqué una vez más de mi camino— dijo señalándome con su dedo y mirando a Emira con desprecio—¡Y a ti perra sucia!… también te sacaré— gritó volteándose a la esposa de tu hija.
—Váyase de aquí Mara… antes de que pierda más que la dignidad aquí esta noche— amenazó Atenea
—¿Pero de que hablas estúpida?¿Perder? El único que perdió aqui fue este musulman mugriento y recogido. Que a pesar de ser cornudo, tiene que mantener a su hija de por vida. Violar a Camil te saldrá muy caro…por que si—comenzó a atacar a la niña que llevaba en brazos—Tú mocosa mugrienta… tú madre nunca quiso tenerte. Si no fuera por que este abusador la hubiera obligado…
Emira no comprende que ocurre pero aún así rompe a llorar, estoy seguro que no alcanzó a entender a qué se refería Mara con eso de violación, pero aún así está demasiado sencible, y perfectamente captó lo que acaban de decirle «que su madre no quiso tenerla».
Deposito a mi hija en el piso, junto a su prima que también está muy asustada por la presencia de la bruja. Avanzo y tomó a Mara por el cuello de la blusa de seda que usa y prácticamente la levantó del piso. Ella grita azorada de que yo sea capaz de violentarla, es que bastante me contuve, pero hoy todo me vale una m****a.
—¡Escúcheme bien, escoria!— por qué está es la última vez que me verá —Nunca, ni su hija, ni usted, recibirán de mi ni un solo dólar. Si de mi depende ambas morirán en la extrema pobreza, y no dude que no tengo los medios para destruirlas a ambas.
La saqué de los límites de la propiedad y la empujé siendo bastante brusco, tratándose ella de una mujer de cincuenta años. Ella había lastimado a mi hija, y si Camil lo consentía, yo no sería igual de condescendiente.
No sé si lo fingió, o de verdad cayó desparramada sobre el agua fangosa cerca del contén de la calle.
—¡Si tiene un poco de sentido común, y aprecia su vida, no vuelva a mirar a mi hija, o no viviera para contarlo! No habrá próxima vez Mara, si te acercas a mi hija otra vez…¡Te Mato! — le grité y algunos vecinos se asomaron para ver el espectáculo, ya que Mara no dejaba de gritar.
Totalmente perdido por la traición, agotado, con el corazón hecho pedazos y la cabeza hecha un lío. Tomó a Emira en brazos y camino hacia la camioneta Casillac que usó habitualmente. Atenea me sigue a pocos pasos, mientras que Mara aún grita insolencias desde la acera.
—Yo conduciré— me avisa Atenea— No creo que estés en condiciones de hacerlo.
—Si creo que es lo mejor. Vamos directo al areopuerto— sentencie con dolor contenidos en la voz.
La ayudé en un instante a acomodar a Max en la silla de bebé, y le aseguré el cinturón de seguridad a ambas niñas. Entré en el asiento del copiloto, y salimos de allí. No sin antes prometerme a mi mismo que no volvería a pisar Atlanta, y sobre todo aquella casa.
Llegar al areopuerto fue demasido rápido. Es como si me hubiera enagenado en mis propios pensamientos turbios.
La tripulación se las arregló para preparar un refrigerio tan pronto abordamos, y el avión despegó otra vez con rumbo a Los Ángeles.
—Veras que mañana cuando te despiertes en una cama en Los Angeles, tu tío y tu primo te harán ver más claras las cosas— agregó a Atenea, después que hubiéramos acostado a los tres niños en la habitación del Jet.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.