LA DROGA DEL VIOLADOR
CAMIL DE LA FUENTE
—¿¡Camil!? ¿¡Qué te ocurre bonita!?— preguntó Marta palideciendo al menos dos tonos al verme tan descompuesta, y desaliñada, con el rostro prácticamente verde por las nauseas, el mareo y un poco de deshidratación sumado al cóctel para completar el cuadro—¿Que demoni0s haces aquí a estas horas?¡Pero dime algo Camil!¡Dime algo!
—¡Ayúdame! ¡Ayúdame Marta!, ¡Si!— pido casi entre hipidos y sollozos que no puedo contener al verme allí, después del sacrificio que resultó llegar. Con el dolor de haber sido ultrajada, y sin tener la más put@ idea de dónde está la persona más importante en mi vida; en los brazos de mi mejor amiga me permito desmoronarme en medio de aquella sala de urgencias, extrañamente calmada a esa hora de la madrugada.
—¿Qué pasa Camil? ¿qué te hicieron?— insiste ella con verdadera preocupación en la voz. Me mira expectante y acaricia la maraña que es mi cabello, buscando consolarme.
Yo muerdo mis labios, pero me es difícil hablar. No tengo una idea exacta por dónde empezar a contarle lo que creo y no tengo certeza que sucedió.
—¡Vamos a mi oficina Camil! —pide ella con voz firme mirando a su alrededor, mi estado de nervios y mi atuendo no son precisamente dignos de admirar esta noche—. ¡Si algo no dejaré que tu reputación se destruya en este hospital por los cuatro gatos con ojos chismosos que nos rodean— ladró ella y los estudiantes se retiraron como hormigas de su paso. Sin duda era toda una sargento a la hora de imponerse.
—¿Crees que me importa mi reputación? — musité con la voz en un hilo, comenzando a caminar junto a ella para abandonar la sala de urgencias, y Marta apoyó su mano en mi espalda para hacerme sentir mejor.
—Claro que si importa, solo que ahora estás demasiado ofuscada para verlo—acotó creyéndose que lo que me ocurría no era más que un ataque y de nervios—. Mañana…
Me detuve en seco en medio de aquel desierto pasillo que conducía a la sala de la jefa de las enfermeras y cerré los ojos mirándola con expresión casi impávida.
—No tengo una puta idea donde está Emira, ni su padre, Marta…. Y además tengo el terrible presentimiento que abusaron sexualmente de mi—solté como si hubiera soltado un peso muerto que amenazaba con hundirme.—Más bien, la certeza— terminé por decir conteniendo la respiración para no romperme otra vez.
—¿Ese maldit0 árabe te hizo algo, Camil?— preguntó ella casi a gritos sin entender por dónde venían los tiros.
—No… el no. ¡El nunca me haría daño! O al menos no un daño físico…— murmuré comenzando a temer a aquel silencio por parte del Jeque.
No sabía que estaba pasando por la cabeza de Farid… pero evidentemente no podía ser bueno, cuando en vez de socorrerme se había desaparecido.
«Sabia que era bruto, si…. Y eso hasta me gustaba, pero idiota nunca fue »
Por eso, si se creyó lo que sea que haya visto, me decepcionare mucho.
Entramos al pequeño y privado despacho de Marta. Ella me acompañó hasta el asiento frente a su escritorio y rápidamente me ofreció una botella de agua.
—Por la resequedad de tus labios es evidente que presentas un cuadro de deshidratación— musito repasándome de pies a cabeza.
—Me siento de la patada Marta. No creo que llegue al amanecer en una pieza— argumenté siendo bien fatalista—Lo que sea que me hayan inyectado es una m*****a bomba.
—¿Inyectaron?¿¡Quien te inyecto qué!?¡Mujer!, ¿¡de qué put@das hablas!?
—Me drogaron Marta. Dave y mi madre…
—¡No manches Camil!— chilló ella demasiado sorprendida—. ¡Dave no haría algo así… Él no se valdría de sus habilidades como médico para hacer algo así!—artículo ella tratando de encontrar alguna coherencia en lo que acababa de decirle—. Aunque bueno… de la Cruela de Vil que es tú madre, si creo cualquier cosa. No conozco a esa vieja, pero por lo que tú misma me has contado… esa vieja es el demonio más malvado del Infierno.
—Desde que me clavaron esa aguja en la piel no recuerdo nada más Marta. Solo que cuando desperté esta madrugada en mi casa no estaba ni Farid ni Emira. Estaba totalmente desnuda… y … y — hice una pausa para evitar desmoronarme otra vez—no tengo la más mínima idea que ocurrió en las horas que estuve inconsciente.
—¿Por eso crees que esa alimaña de Dave te violo?— preguntó ella y asentí con la cabeza—¡Yo lo mato Camil! ¡Si ese desecho uterino que su madre nunca debió traer al mundo, te tocó un solo pelo!…¡yo te juro que! ¡juro que lo castro!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.