75 VALOR Y PRUEBAS
CAMIL DE LA FUENTE
Llegué a la casa, exhausta, casi al amanecer. Lo que eso si, el efecto del flunitrazepam iba desapareciendo poco a poco después que Marta me hidratara un poco mediante una vía intravenosa. Los molestos efectos secundarios como la soñolencia, el mareo, las nauseas iban desapareciendo también, solo por eso las chicas me dejaron marcharme sola del hospital y no insistieron en escoltarme ellas mismas.
Conduje despacio el trayecto de regreso, y cuando por fin vi los enormes árboles del frente de la mansión, suspiré aliviada de estar de vuelta, sobre todo con la pruebas que necesitaba para aclarar este sucio enredo, y para que los culpables pagaran las consecuencias .
Estaba molesta, dolida, y sobre todas las cosas muy confundida, pero sabía que la guerra de mi madre contra mi familia y contra mi, «antes fría y a discreción» , se había declarado abiertamente.
Así que tenía que ser más fuerte que nunca, por Emira, y por el bebé que tenía en mi interior, y que probablemente hubiera sufrido más que yo durante las últimas horas.
El bebé era una de mis mayores preocupaciones. Planeaba realizarle pruebas esta misma semana al líquido amniótico para saber a ciencia cierta si la droga había traspasado la placenta en una única dosis. El pequeño arabillo merecía una oportunidad de vivir, y yo por supuesto estaba dispuesta a ayudarlo a llegar a este mundo.
Bajé de la camioneta, y saqué mis cosas del coche. Aún sentía mi cabeza pesada, pero no podía bajar la guardia. Por mal que me sintiera tenía que enfocar todas mis energías en encontrar a mi hija, y a su padre.
«Farid»
Farid y yo, siempre habíamos sido víctimas del destino, o mejor dicho… ¡de mi madre!
«Aunque esta vez las cosas no habían sido distintas» No era sencillo encontrar un solo culpable.
Quizás a la vida no les gustaba vernos juntos y por eso siempre nos lanzaba obstáculos tan jodidamente difíciles de vencer.
Solo que en esta ocasión tendríamos que sentarnos seriamente a valorar quien era más culpable en esta situación, si yo por creerle a mi supuesta enferma y moribunda madre; o él por no créeme a mi.
Estaba tan inmersa en mis cavilaciones que ni siquiera noté que me observaban de la casa. Casi llegando a la puerta me topé con la última persona que quería ver en mi vida.
¡Mara!
No me iba a rebajar en empezar una discusión sin sentido… tenía todo lo que necesitaba para meterla en la cárcel. La prueba de toxicología, y los videos de seguridad de la casa, que planeaba descargar en el transcurso de la mañana.
Mi decisión estaba tomada y no había vuelta atrás, nada me haría cambiar de opinión y no llevar esto hasta las últimas instancias. Yo misma le haría nuevos estudios a esa arpia que no debió nacer, y de destruir el buen nombre del maric@ poco hombre de Dave Brown también me encargaría.
El ajedrez estaba sobre la mesa, ellos habían intentado destruir a la reina; ahora yo les iba a enseñar cómo y por qué es que no se juega con la reina contraria.
—¿Qué haces aquí Mara?—pregunté con aburrimiento al ver que no se apartaba de en medio.
—¿!Que que hago aquí!? — siseo ella con la voz cargada de ironía y el marcado sarcasmo de siempre—Bueno, ¡para empezar te estoy haciendo un favor! Te cuido la mansión que te conseguí, además que te libre de dos estorbos mayúsculos… aunque bueno si lo vemos de algún modo… — murmuro entre dientes pero aún así pude oírla—podemos considerarlo como minúsculo aún, por su tamaño.
—¿Donde está Farid y mi hija?— pregunté sin caer en sus provocaciones, ya las autoridades, el Karma, el destino, e incluso el arabillo si es que decidía regresar—¿Qué m****a fue lo que hiciste para que Farid no esté cerca?
—Bueno si volaron anoche tal y como le recomendé a ese mugroso, a esta hora imagino que estén aterrizando en Riad.
—¿¡Que hiciste que!? La verdad no te preguntaré cómo fuiste capaz, porque se que eres capaz de cualquier cosa.
—¡Vamos Camil! ¡No seas dramática! No me digas que no estabas cansada de fingir esa vida de madre sacrificada!¡Te hice un put0 favor!
Me acerque a ella y encaje mi mano en su mandíbula, inmovilizándola para obligarla a mirarme.
—Si en las próximas veinticuatro horas, no tengo a mi hija de vuelta… Te juro que pasarás tus últimos días en la cárcel, acusada de cargos como secuestro y allanamiento de una propiedad privada— le aseguré y ella me miró con verdadera ira ardiendo en los ojos. Así era mejor… ver su verdadera cara—. ¡Y no!… no me arrepiento de la vida de madre sacrificada que llevo. Al contrario… me gusta, ¿y sabes por qué? Porque no me parezco en nada a ti… ¡A mi, Emira me adora; y a ti tristemente ni mi hermano ni yo te soportamos.
—¡Eres una malagradecida!— escupió luchando por retirar mi mano de su cara—. Parece que la gente cuando está junta se parece. Ya te veo igual que ese árabe mediocre, sin aspiraciones, ni ambiciones…
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.