DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 77

LLEGANDO A LOS ÁNGELES

CAMIL ARAY

Durante todo el vuelo de cuatro horas, desde Atlanta a Los Ángeles, solo rece por qué mi hija estuviera con sus tíos, y no del otro lado del mundo. Estaba muriendo de tanto extrañarla sin saber que había alcanzado a ver, o qué le había dicho su padre de esa forma tan extraña de partir a mitad de la noche a rumbo desconocido. Emira no era una niña tan apegada a mi, pues de pequeña se acostumbró a mi ausencia los días de guardia; pero nunca pasó tanto tiempo sin mi.

Emira era demasiado inteligente, pero aún así era una niña pequeña. Me necesitaba, y Farid aunque buen padre, era totalmente primerizo. Si las cosas se ponían difíciles de un momento a otro él por supuesto no sabría calmar a la niña.

Aunque me gustaría que la tuviera difícil por habérsela llevado de ese mood, era mejor que Emira no notara mi ausencia, o al menos que la notara lo más tarde posible cuando yo estuviera casi al llegar por ella.

El aterrizaje en Los Ángeles, me mareo un poco. Era comprensible con lo complicado de mi jornada desde que desperté desconcertada y perdida cerca de las tres de la madrugada, y desde entonces no había logrado pegar un ojo.

La verdad es que me sentía terriblemente cansada, agitada por no decir otra cosa… verdaderamente molida como si me hubiera colisionado una locomotora .

Eso si… sacaba fuerzas de lo que tenía que hacer para procurarme justicia y del odio que estába sintiendo ahora mismo contra Mara, Dave, Farid, Atenea y hacia mi misma. «Yo misma me compre el papel de víctima».

Confiar había sido mi error, ya había aprendido la lección a golpes.

Cuando está situación termine, necesitaré irme con mis hijos una semana entera a las Bahamas, a Cancún o a otra playa paradisiaca. Nada del Medio Oriente, ni nada de Miami Dade; pues no quiero nada que me robe La Paz y me recuerde a cierto árabe que me dejo tirada o a la mujer que aporto el material genético para yo nacer; porque Mara de madre no tiene ni un solo cabello en esa tenebrosa y maquiavélica cabeza suya .

Salí rápidamente del área de chequeo de equipaje, pues viajaba bastante ligera solo con una pequeña maleta de manos.

Por supuesto, a mi nadie me esperaba en el areopuerto. Así que sencillamente me limité a lo que tenia a la mano sin detenerme a lamentarme por pequeñeces.

Pagué un taxi y le proporcioné la dirección de la mansión de Bavery Hill en donde encontraría a mi hermano, a su esposa y a mi sobrinos.

Quizás Atenea fuera capaz de decirme exactamente que vio, que hizo que tanto ella como Farid salieran corriendo.

Sentía demasiada curiosidad y ansias de llegar. Aunque mi hija no estuviera allí, al menos sabría si la estratagema de mi madre también había enlodado la imagen que Emira tenía de mi.

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