NO PUEDO
CAMIL ARAY
Cuando tenia diesciocho años, Liam David Aray me parecía un ogro total. Él trataba de disciplinarme a fuerza; mientras tanto mi madre me secundaba en mis caprichos y desastres. Obviamente para mi mente descarriada el papel de villano se lo llevaba mi hermano.
Cuando la vida me golpeó y tocó madurar a prisa, ya Liam no estaba cerca pues a él le tocó cruzar el mundo para poder ser feliz con Atenea, su esposa; más no lo culpo por eso.
Así que mi hermano, aunque un hombre Justo y encantador, no ha estado para mi como lo hubiera necesitado siempre. .
Esta vez espero que no me decepcione, pues probablemente sea en este momento de mi vida que más lo necesite.
Cuando cruce el umbral de la puerta de la sala de juegos, allí estaban Atenea acostada en el piso jugando con el pequeño Max, y Liam luchando con Athalia al lado de su esposa. Era una escena fascinante, que me hizo desear con todas mis fuerzas recomponer mi familia; más cuando yo hacía varias horas que no veía a mi propia hija.
Tan pronto ambos me vieron, se reincorporaron rápidamente, totalmente sorprendidos de verme a más de dos mil kilómetros de donde se suponía que debía estar.
—¿¡Camil!?— mi hermano fue el primero en hablar y a mi cuñada se le subieron los colores al rostro como si me estuviera viendo otra vez en paños menores, o como fuere que me hubiese visto—.¡ No pensé verte hoy!— espetó poniendose de pie para abrazarme
Me deje abrazar, y esperé que Atenea hiciera lo mismo. Ella depositó al bebé en su cuna y se acercó también a abrazarme.
—Peligro, me alegro de verte— me saludo ella siendo más formal conmigo de lo que acostumbraba. Podía notar cierto resentimiento en su voz.
—¿Podemos hablar?— pregunté a quema ropa— No cuento con mucho tiempo aquí en esta ciudad. Tengo que partir de inmediato por mi hija— informe y ellos, ambos asintieron con la cabeza.
—¡Claro que podemos hablar Camil! Para ti siempre estoy, aunque nunca quieras aceptar mi ayuda económica— musitó mi hermano con la mano sobre mi hombro.
—¡No -No es ayuda económica la que necesito Liam!— alcance a decir antes que terminara rompiéndoseme la voz—¡ Mi hija, se llevó a mi hija!… y ni siquiera me contesta el teléfono para decirme si la niña está bien, o si me necesita.
—¿Farid?— preguntó Atenea negando con la cabeza—. ¡Le dije mil veces que no se llevara a Emira! Pero…
—¿¡Pero qué!?— pregunté conteniendo las lágrimas que no dejaban de salir— ¡Nada lo justifica! ¡Así que no lo intentes!
—No quiero ustificarlo… Se la llevó por culpa de tu madre— argumentó Atenea— Grito cosas horribles frente a Emira y Athalia. Yo misma tuve que calmar a mi hija después d eese encuentro. Emira al ser más grande creo que entendía más lo que su abuela gritaba y se llevó la peor parte.
—¡Esa mujer no es la abuela de mi hija!. Después de lo que hizo… ya ni la considero mi madre.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.