NO LE GUSTARA ENCONTRARTE AQUÍ
FARID ARAY
—No creo que sea prudente que usted y su hija se queden en mi casa— objeté bastante enojado rechazando cualquier tipo de imposición, y que ellos se quedaran no era más que un sucio ardid para que esa muchacha se lograra meter en mi cama. Odiaba que intentaran manipularme, viniera de donde viniera el caso —. Si lo que quiere es permanecer en Riad, esta ciudad está llena de hoteles muy bien dispuestos a recibirlos como huéspedes ilustres. Si bien la provincia Al Madinah está en el lejano occidente, no estoy listo para recibir huéspedes ahora mismo. A penas me estoy instalando… con mi hija de seis que vino conmigo desde Estados Unidos… Si usted está procurando hacer lo correcto para con su hija, yo intento hacer exactamente lo mismo con la mía.
El ceño fruncido de Abdel Kayá casi logra sacarme una sonrisa. Si Emira resultaba ser la mitad de revoltosa que parecía ser la tal Yamil, yo mismo estaría en un problema mayúsculo en unos diez años más. Con los genes de Camil en su sangre, era un hecho que Emira no sería una adolescente muy fácil de manejar.
A la hija de mi visitante imprevisto no pareció afectada ante mi negativa para que se quedaran en casa. Mas bien se tornó absolutamente indiferente.
Yamila Kaya era muy sensualmente hermosa, ¡sí!… pero en mí no despertaba nada más que sentimientos encontrados. Su rebeldía me recordaba demasiado a Camil, y eso me producía cierta aversión. Pensar en Camil me hacía sentir un frio hueco en el estómago que me provocaría una intensa gastritis al cabo de los días, sin temor a las dudas.
—Para mí es imperativo que conozcas a mi hija— insistió Abdel Kayá sabiéndose perdido—. No pienso marcharme a Madinah, sin concretar algo acerca de la promesa que me hizo su padre. Este es su momento de honrar a su padre, o perder lo que tiene por necio.
—No me haga ser grosero, señor Abdel— dije en tono ciertamente amenazante—. Mi padre no prometió una boda, así que hasta ahora no he faltado a mi palabra.
—La única que puede ser grosera con mi padre, soy yo misma, y nadie más— interrumpió Yamila en perfecto español, y su padre rodo los ojos agotados de lidiar con la energía de esa mujer.
—No te metas Yamila— regañó al padre—. Si no fuera por tu actitud con tus otros pretendientes no estaríamos en estas.
—Usted pretende una boda, pero ni su hija ni usted se molestas en esconder el carácter evidentemente rebelde de la joven. Mi casa no es un centro de rehabilitación juvenil—musité con una sonrisa amarga en los labios. El día que decida tomar una, o varias esposas serán, mujeres que cumplan con mis expectativas, y no por hacer un acto de caridad, así se trate de ayudar al viejo socio de mi padre.
—¿Estas insinuando que casarte conmigo sería un acto de caridad? —pregunto Yamila mirándome furibundamente y dejando que la mirara de pies a cabeza.
—Bonita, no puedes creer que ahora mismo eres el mejor partido que puedo encontrar— le hablé por primera vez directamente y ella sonrió descaradamente.
—No se equivoque jeque… puedo ser tan dócil como usted lo ordene—dijo ella siendo abiertamente seductora. Esa mujer tenía tantos matices que era una verdadera suerte que yo no me sintiera obligado a casarme con ella, o me volvería loco—. Realmente los otros pretendientes que sugirió mi padre dejaban mucho que desear, pero con un esposo como usted, joven, apuesto y musculoso, creo que puedo permitir que me casen.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY.