DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 92

CAMIL NUNCA DEJARÁ DE SORPRENDERTE

FARID ARAY

Me metí en mi habitación odiándome por debil, aborreciendo ese estado mental que me impedía borrar todos los sentimientos encontrados que habían en mi pecho, que no me permitían serle completamente incondicional a la mujer que amaba.

Cuando por fin bajé me encontré que Camil estuvo enclaustrada el resto de la tarde, ella tampoco me quería ver y eso me hizo sentir terrible manera más culpable. Estuve prácticamente todo el tiempo con Emira, pasando tiempo de calidad, pues era un hecho que a la mañana siguiente se iría de mi lado, al igual que su madre. Solo por mi incoherencia y estupidez, la perdería, pero lo único que podía sentir era un limbo absoluto.

Emira se quedó en el jardín y yo fui a mi despacho a contestar una llamada urgente de trabajo. Tendría que levantarle un monumento a mis colaboradores que se encargaban que todo fuencionara como reloj suizo, mientras yo trataba de armar mi vida personal se caía en pedazos.

Cuando salí, sentí voces, ¿voces masculinas?.

Solo le pedía a Allah que no se tratara del molesto señor Kaya o enloquecería.

Me encaminé a la escalinata principal de la casa y me sorprendí al ver la escena.

¿Liam?

« ¿Qué m****a hacía Liam aquí? ¿Y por qué no me aviso que vendría? »

Se separó de los brazos de Camil y notó mi presencia de inmediato. Enarcó una ceja y supe que eso significaba problemas. Era divertido, pero Liam y yo parecíamos casi hermanos gemelos, nos conocíamos demasiado… cada reacción… cada gesto. Y si… su mueca neutra me indicó que habría problemas, que estaba molesto y que no era en son de paz que llegaba al Medio Oriente.

—¿Qué haces aquí?— pregunté extrañado acercándome a saludarlo. En ocasiones me pasaba meses sin ver a Liam, el que apareciera con esa rapidez en menos de una semana de despedirnos en el aeródromo privado de Los Ángeles solo quería decir que tenía entre manos una bomba de tiempo.… ya se vería si a mi favor… o en mi contra.

—Tu debes saber muy bien que hago aquí— murmuró acercándose a mi y haciéndome un gesto para que regresara al despacho. No perdería el tiempo con recibimientos, y en ceremonias. Iría directo al grano… Tan propio de Liam.

—¿Necesito llamar a mi abogado para tener esta conversación?— pregunté con un poco de broma.

—¡Yo soy tu abogado!Estupido!— refutó refunfuñando.

—Bueno, me imagino que vienes por tu hermana… pero no entiendo, sabes bien que no le haría nunca daño…— expliqué entrando al despacho y él me siguió a donde ya Camil no podía escucharnos.

—Con premeditación y alevosía…¡No, Claro que no!…Estoy seguro que nunca serías capaz, no le harías daño a Camil con toda intención, pero inconscientemente, desde tu hombría herida y tú confianza lastimada… no estaría tan seguro.

—Me alegra que sepas que nunca atentaría contra ella—dije de verdad agradeciendo su confianza.

—Solo espero que el asunto se zanje mejor de lo que supongo— sentenció buscando tener la última palabra siempre.

Ambos entramos y nos sentamos, yo tras el moderno escritorio del despacho, y Liam en una de los cómodos sillones que quedaban frente a mi.

—¿Y bien?— me interrogó y no supe a qué se refería exactamente.

—¿Y bien qué? ¿Serás más específico?— le exigí en el tono que siempre usaba para hablar con él.

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