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DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 97

UN MÉTODO INFALIBLE PARA CURAR LA RESACA

CAMIL DE LA FUENTE

Desperté con la erección del arábe bruto taladrándome la espalda. Había dormido como una princesa encantada en sus brazos, pero ahora a pesar de él estar durmiendo su miembro causaba estragos en mi entrepiernas con solo rozarme.

La verdad, ni siquiera sabía a ciencia cierta porque había dejado esa puerta abierta, o si. Lo necesitaba, necesitaba a Farid Aray en mi vida, con todo lo que eso significara. Sus aciertos, pero también sus errores.

Quizás yo misma me juzgaría más tarde por haberle perdonado tan rápido el no haber confiado en mi… pero nadie lo hizo entonces. Pero nada de eso importaba… lo único que era valioso era su amor… él me amaba y ya habíamos estado tanto tiempo separados, que no servía para nada el orgullo si solo lograba lastimarnos o hacernos más daño.

Tenía que eñensar en mis hijos, en Emira, y en el bebé que aún tenía una larga lucha por delante. Difícil comienzo en el mundo tendría ese pequeñín que desde sus primeras etapas tendría que ser un guerrero y seguir adelante después de tanto; cuando todo lo que debió recibir del mundo exterior era protección, amor y paz de sus padres.

—¡Habibi!— murmuré saliendo de mis cavilaciones, pues podía sentir el miembro de Farid latiendo contra mi trasero.

—Hmmm— artículo un ronco sonido gutural, pues era un hecho que seguía dormido, solo que el amigo de entre sus piernas parecía tener vida propia y estaba a punto de agujerearme la espalda baja—¡Buenos Días!— susurró con voz soñolienta contra mi oído, y sonreí al escuchar esa voz que me ponía toda la piel de gallina sin siquiera proponérselo—. ¿Cómo dormiste? — preguntó después de tomarse un momento para aclararse un poco la voz.

—Yo dormí muy bien… pero creo que tú en muy poco tiempo no podrás decir lo mismo— le solté en medio de una ardiente sonrisa. Podía apostar que estaría roto del dolor de cabeza y la resaca. Farid jamás se pasaba se tragos, así que si lo había hecho, de seguro su cuerpo le pasaría las facturas correspondientes.

—Dormí bien— agregó girandos un poco para reincorporarse y verme a la cara— ¡Excelente! Diría yo— acotó cambiando la vista para mirar su zona intima que tenía una casa de campaña formada con el pantalón que no se molestó en quitarse la noche anterior—Solo dos cosas… la primera: que tengo un sed terrible… y la segunda: que tengo unas terribles ganas de hacerte el amor como se debe.

Tan pronto intento ponerse de pie, su cabeza al parecer dio vueltas, porque se vio obligado a sentarse otra vez en la cama.

Solté una carcajada y él se cubrió el rostro con ambas manos.

—¡Bruja!— murmuró bajito al escucharme reír— ¡Rayos! Se me parte la cabeza en dos…

—¡Lo sabía!— canturreé poniéndome de pie de inmediato para alcanzarle un vaso de agua para que mitigara un poco su sed.

—Tu lo sabes todo— se quejó otra vez, y sonreí.

—No recordaba haberte visto tan bebido, solo eso— le aclaré y sonreí— Solo es eso.

—Hacía años que no bebía así… ¡Varios! Tanto que ya perdí la costumbre.

—Conozco un método súper científico para curar esa resaca— espeté con sorna y él me miró sorprendido— Si… No me mires así… que es casi quirúrgico.

El beso fue subiendo de tono demasiado rápido, y me dediqué a sentir cada mínimo roce. Cada toque de las manos de Farid sobre mi espalda. Podía ser el hombre más bruto del mundo, pero a la hora de tocarme era como seda mezclada con fuego.

Sus manos magrearon mi trasero, y su boca saboreó mi cuello, y el monte de mis senos. Arquee mi espalda preparada para sentir todo el placer que el hombre d emi vida podía darme, y todo se intensificó.

El gimió mi nombre y con manos rápidas se deshizo de lo que quedaba de su ropa y yo de mis bragas.

Ambos desnudos éramos como un volcán listo para hacer erupción al menor contacto.

Regresé a horcajadas sobre él, moría por cabalgarlo de norte a sur y de oriente a este. Con Farid siempre había sido así, lo que quería de él a nivel sexual, simplemente lo tomaba, y de un modo muy extraño él se las arreglaba para sencillamente darme mucho más de lo que yo esperaba recibir.

Me fui empalando en él… despacio. Con la calma de quien sabe muy bien lo que hace, él apretó los dientes con anticipación, con lascivia y deseo vehemente reparándose para lo que venía.

Me deje caer hasta el fondo, pues así era como a él lo enloquecía, y a mi me hacía suspirar por él.

Farid enterró sus manos en mis caderas y sonrió…

—Ese método tuyo es todo un éxito— murmuró con antocipación— Y los beneficios son palpables se sienten del primer momento.

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