DOCTORA DE DÍA, MADRE SOLTERA DE NOCHE. SERIE LOVE MEMORY. romance Capítulo 99

UN JEQUE PARA UN HAREM

CAMIL ARAY

Llegamos al aeródromo en una camioneta Cadillac blanca, de las del servicio oficial del Jeque. El trayecto a la terminal aérea fue tranquilo y rápido, y desde que salíamos de la mansión, el piloto de la aeronave avisó vía telefónica que todo estaba preparado para volar.

El auto se detuvo, y yo apreté a Emira contra mi pecho… en esta tierra la había concebido, y ahora nos marchábamos sin saber si volveríamos pronto a plantar nuestros pies en la península más grande del mundo. El mundo árabe otra vez me hacía enamorarme aún más del padre de mis hijos, y regresaba a América amándolo con más o igual fuerza que la primera vez.

Desde que la puerta se abrió muy cerca de la pista ya se podían escuchar las turbinas del jet privado que nos regresaría a Estados Unidos.

Todo estaba listo para abordar, ya nuestros asuntos en Arabia Saudita habían sido zanjados; Farid y yo nos habíamos reconciliado, y las cosas entre nosotros ya estaban bien.

Emira estaba feliz, y el bebé que venía en camino contaría con su madre y su padre para siempre, y ambos sólo esperábamos que todo estuviera bien después del percance provocado por las escorias de Mara y Dave.

Liam había avanzado en lo referente a mi adopción. Al punto de que solo restaba arreglar los papeles de la inscripción de la niña, y más tarde se ocuparía de detalles importantes como cambiar mi nuevo apellido en mi título de medicina.

«Mi adopción» eso sonaba tan extraño que aún no me lo podía creer.

Que diferente hubiera sido mi vida si esta adopción hubiese llegado veinte años antes. Si tan solo la vida me hubiera dado otras oportunidades, otra crianza, otros padres…

Aunque después de todo no había salido tan torcida, me libere de la mala influencia y el mal camino justo a tiempo. Aunque pocas personas lo sepan, Farid… Emira… y el amor me salvaron de ser una persona totalmente diferente a lo que soy ahora.

Liam fue el primero en bajar del vehículo, después le siguió Farid, que con sumo cuidado bajo a la niña y sostuvo mi mano, ayudándome a descender.

En ese mismo orden comenzamos a abordar. Primero mi hermano, luego el árabe bruto llevando a su hija en brazos, y por último yo. Farid depositó a la niña en el interior de la aeronave y se volteó para ayudarme.

Besó mi mano y me miró a los ojos, su gesto era tan personal, que después de tantos años me hizo ruborizarme un poco.

Ya casi estaban cerrando la puerta cuando un vehículo apareció de la nada y frenó precipitadamente en frente del Jet.

Aquello parecía ser una jodid@ película. Miré sorprendida lo que ocurría y si, mi sorpresa fue obviamente mayor cuando vi a un señor de mediana edad desmontar del asiento trasero del vehículo.

A toda prisa camino hacia el avión, y corto ni perezoso comenzó a vociferar.

—¡Jeque Farid Aray!— tronó ganándose la atención de todos nosotros. El hombre no iba armado, pero tanto el chofer como el copiloto, descendieron del auto portando armas largas (fusiles de asalto)—¿¡Pensó que no me daría cuenta!? Esto es una burla a mi familia, a la memoria de su padre y a la amistad incondicional que tuve por años con él.

—¡Fa-fa-rid!— tartamudeé azotada, abrazándome al cuerpo de mi arabillo. No lo dejaría bajar de la escalinata del avión. No con ese hombre tan enojado, con dos secuaces armados. No tenía idea quien era… pero me rehusaba a quedarme viuda.

—¡Farid Aray!— volvió a gritar, exigiendo algún derecho, aquel hombre rugía desde la pista. Farid solo me apartó con cuidado, y salió a la escalerilla.

—¡Descuida Habiba! ¡No es peligroso, aunque te lo parezca así! «¡Perro que ladra no muerde!»— aclaró mi arabillo.

Quedé en la puerta viendo lo que pasaba.

CAPÍTULO 99 1

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