— Lo entiendo, CEO Rodríguez, no volveré a entrar aquí, disculpe por haber invadido su privacidad — se podía notar el miedo en la voz de la joven.
Emill volvió y por fin Alejandra pudo comenzar, curo la herida cuidadosamente, puso tres cruces con espadrapo y puso una gasa encima que cubrió con una pequeña malla.
— ¿Ya terminaste? preguntó el hombre al escuchar que la chica guardaba todo — había dejado de sentir las tibias manos que lo estuvieron sosteniendo.
— Si, la herida ha quedado desinfectada, solo tiene que cuidarse un poco y no mojarla por unos días, después de eso va a estar bien, si siente dolor puede tomar un analgésico, me retiro, con su permiso.
Deeguel solo asintió, no quería cruzar palabra siquiera con esa mujer, no cuando sería ella a quien quitaría la vista para que el pudiera volver a ver.
— Emill, alcanzame un traje, ropa interior, calcetines, camisa blanca y una corbata, necesito vestirme para bajar al despacho.
— Claro, ¿de que color lo quieres, papá?
— Que sea azul — el niño observaba el gran armario de su padre para elegir lo que le había pedido.
— Papá, Alejandra fue muy paciente mientras curaba tu mano, ella es muy buena persona, y muy bella también, es rubia, cabellos dorados, unos ojos verdes muy hermosos, y le caigo muy bien.
— No me des detalles de como es, ese punto no me interesa.
— Es una mujer, papá, tienes a una chica en la mansión, si no es por qué te interesa, ¿entonces para que la trajiste? ella es muy buena, seguro que te va a querer si te portas bien, ¿no te gustaría tener una novia?
— No, no me gustaría tener una novia, pequeño diablillo, lo que me gustaría es recuperar la vista, ¿de novio yo? ha... no tengo tiempo para esas cursilerías, el trabajo es lo único que me importa.
Emill, sintió tristeza al escuchar a su padre, cualquiera podría decir que era un hombre con mucha amargura en su corazón.
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