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EL AMOR DEL CEO CIEGO romance Capítulo 2

Deegal Rodríguez, no se quitó los lentes, tampoco dejó que la chica se diera cuenta de su discapacidad.

— Siéntate y no me veas directamente — se escuchó la órden de la fuerte y varonil voz del CEO ciego.

Alejandra tomó asiento obediente, más su cuerpo temblaba ligeramente por el miedo, hacia frío, pero eso no lo sentía, solo deseaba salir corriendo de ese lugar.

— ¿Como te llamas? — preguntó el hombre.

— Yo... me llamo Alejandra Alvarez... !señor, esto debe ser un error, yo solamente soy una estudiante de finanzas, no le debo nada a nadie, no le he hecho daño a nadie, por favor, déjenme ir!

— ¡Silencio! limitate a responder solo lo que te pregunto, de lo contrario te daré un castigo, ¿tienes familia?

— No, no tengo a nadie, solo a mi tío Harold y a... mi novio de la escuela.

Deegal odiaba las relaciones, desde que fué abandonado, solo tenía encuentros casuales que su amigo y su asistente le conseguía, estaba ciego pero seguía siendo un hombre.

El hombre frío y cruel como solía ser, no tuvo problema con que esa joven fuera su donante, después de todo parecía ser irrelevante en este mundo.

— Te quedarás aquí un tiempo, tu serás la persona indicada para mis planes... Jhon, sácala de aquí, mantenla alejada de mi presencia — la voz de Deegal era como un rugido.

Vamos señorita Alvarez, la llevaré a la que será su habitación — el asistente personal, llevó a Ale, a uno de los cuartos para huéspedes, apenas la dejó allí, la rubia se metió a la cama a llorar su mala suerte, se le venían a la cabeza todas las cosas que podrían hacerle, ser abusada o ser vendida a la trata de blancas o peor aún ser abusada y asesinada.

— ¿Por qué a mí? ¿de que planes habla ese hombre tan aterrador? la bella joven no dejaba de preguntarse.

Un par de horas más tarde, Ale se moría de sed, salió de la habitación a buscar la cocina, en el camino tenía cuidado de no encontrarse con el hombre que la había hecho estremecer de miedo.

En la cocina, una señora mayor, estaba muy atareada haciendo unas preparaciones cuando la vió entrar.

— Adelante cariño, ¿necesitabas algo?

—Yo... tengo mucha sed, buscaba un vaso de agua.

— Claro, aquí tienes, puedes venir a pedir lo que quieras, no tengas pena.

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