El Amor Eterno romance Capítulo 291

"Conservaré el archivo por él", respondí.

Wale sonrió. Luego, de repente preguntó: "¿Dónde está el anillo?".

Antes de que el padre de Zachary falleciera, me dio un anillo. Lo guardé en mi bolso anteriormente.

"¿Quiere que se lo muestre?", le pregunté con sinceridad.

Wale negó con la cabeza en respuesta.

Señorita Shaw, este es el objeto más importante del viejo amo", explicó claramente. “Algún día, cuando quiera saber más sobre los secretos de la familia Schick, traiga este anillo y búsqueme. Se lo explicaré todo".

Le pregunté con curiosidad, "¿No debería usted decírselo a Zachary?".

Wale simplemente sonrió, sin responder a la pregunta. Me miró de forma misteriosa, luego salió de la residencia.

Lloviznaba y soplaba una brisa. Wale, que normalmente hacía una reverencia, enderezó su espalda.

Fruncí levemente el ceño y me llevé el documento a la habitación. Tenía curiosidad por el contenido, pero no pude abrirlo porque estaba sellado con cera. Además, no estaba bien abrir el testamento en privado.

En ese momento, no tenía claro cómo un simple archivo viejo podía arruinar a Zachary, pero yo lo hice con mis propias manos. Lo peor de todo es que ese hombre lo supo desde el principio.

Me mimaba con cualquier cosa, incluso si yo lo pudiera destruir inconscientemente.

El fallecimiento de su padre fue repentino. Zachary había estado ocupado organizando el funeral toda la noche y solo regresó a la habitación cuando era casi el amanecer. Aunque se veía cansado, no había tristeza en sus ojos.

Extendí mis manos y tiré de su manga. No supe cómo consolarlo.

Me dio unas palmaditas en la mejilla.

“Ponte el atuendo del funeral”, él me instruyó.

Cuando la novena madrastra vio a Zachary dirigirse hacia aquí, su rostro se puso ligeramente pálido.

"Qué p*rra", maldijo ella. "Ella todavía lo está seduciendo en un momento como este. ¡Mira cómo encantó a Zach!".

En el momento en que terminó su oración, alguien detrás de mí me pateó. Me caí de costado, pero había un lago artificial a mi lado. No pude evitar caer al lago.

Me sentí tan miserable. Cuando casi me caigo al lago, estiré la mano y me llevé a la novena madrastra conmigo.

El agua fría del lago nos sumergió y la novena madrastra seguía gritando. Accidentalmente tragué algunas bocanadas del agua del lago. Cuando quise nadar de regreso a la orilla, sentí un par de manos agarrando mi pierna con fuerza.

¿Por qué había alguien escondido en el lago?

Estaba conmocionada. ¡Alguien quería asesinarme!