"Ammm... ¿qué es lo que quieres decirle?", Debbie se puso tensa cuando Carlos dijo que quería hablar con Karen. '¿Qué demonios quiere decirle a ella?', dijo para sí misma.
Carlos simplemente se rio, "Relájate cariño, sólo estoy tratando de ayudar, no te preocupes, no le diré lo genial que fue anoche".
Debbie se sonrojó y explicó apresuradamente: "No, no, eso no es lo que quiero decir, ¿por qué quieres hablar con ella? Bueno, no importa, la pondré al teléfono ahora mismo".
Luego le entregó el teléfono a Karen, fue entonces cuando su amiga se dio cuenta de que Carlos no había estado bromeando. Karen se quedó mirando el teléfono, asustada, como si este se la fuese a comer, después se mordió el dedo índice y preguntó: "El Sr. Hilton... ¿El Sr. Hilton desea hablar conmigo? ¿Es en serio?".
Debbie parpadeó inclinando la cabeza, "Sí, de verdad".
Inmediatamente, Karen dejó su teléfono y antes de tomar el celular de su amiga, se limpió la mano en la ropa, como si temiera que el teléfono se fuese a manchar, "Hola Sr. Hilton", lo saludó ella respetuosamente.
Viendo la dramática reacción de su amiga, Debbie se quedó sin palabras.
Carlos dijo algo por teléfono y Karen explicó nerviosamente: "No, Sr. Hilton, sólo estaba bromeando, realmente no significaba nada, por favor no te lo tomes en serio. Apenas he gastado unos cuantos centavos de la tarjeta que me diste la última vez, Debbie y yo realmente estábamos haciendo tonterías hace un momento".
Con la esperanza de convencer a Carlos, ella usó la palabra "realmente" en repetidas ocasiones, enfatizándola cada vez que lo decía, luego se detuvo cuando él respondió a su explicación, Debbie apenas podía escuchar lo que su marido estaba diciendo. Esta vez, Karen asintió con resignación, "Está bien, gracias Sr. Hilton".
Ella lo puso en espera y le devolvió el teléfono a Debbie. Esta última continuó la llamada, "¿Oye viejo, qué fue lo que le dijiste?", preguntó ella.
"Nada, mi asistente te recogerá al mediodía, vamos a almorzar juntos", respondió Carlos.
Aunque estaba desconcertada, Debbie estuvo de acuerdo.
Una vez que terminó la llamada, Karen comentó nerviosa: "Tu esposo es mucho más serio que tú". "¿Qué quieres decir?", preguntó Debbie, entonces Karen le contó lo que Carlos había dicho por teléfono, fue entonces cuando ella supo de qué se trataba todo el asunto.
"Él dijo que no era solamente una broma, tú y yo habíamos hecho un pacto. Como perdiste la apuesta, Carlos sabía que te sentirías mal si te retractabas de tus palabras, así que le pidió a su asistente que depositara más dinero en mi tarjeta para el quinto piso del edificio Alioth, eso sería suficiente para comer allí por un mes", declaró Karen.
Debbie no supo qué decir cuando escuchó eso, su marido siempre pensó que el dinero lo resolvía todo, así que esa era su solución ante cualquier problema, aunque la mayoría de las veces, casi siempre estaba en lo correcto.
Ashley recogió a Debbie al mediodía y la dejó en la oficina, Carlos estaba allí esperándola y le dijo: "Salgamos a comer".
Después de que la mesera tomó sus órdenes, Debbie preguntó: "¿Qué le gusta a tu mamá? ¿ Cuál es su comida favorita? ¿Qué hace ella para divertirse? ¿Qué es lo que detesta? Estoy tan nerviosa".
Carlos tomó la mano de su esposa entre las suyas, le dio unas palmaditas amorosas y la tranquilizó mientras ella lo miraba confundida, "Mi mamá también es tu mamá, tendrás que acostumbrarte a eso. Pero no te preocupes, ella es muy agradable, seguro le caerás bien".
Debbie estaba insegura, "¿De verdad? ¿Eso crees?". Ella había escuchado que muchas de las peleas eran causadas por la suegra y su actitud hacia la novia de su hijo.
"Sí, estoy súper seguro", respondió él. A Debbie le encantó la dulzura de su esposo, un hombre guapo con ingenio hacían de su marido el hombre perfecto. Su madre, Tabitha, solía decirle a Carlos que debía casarse con una chica extrovertida y esas eran las características principales de Debbie: optimista y extrovertida, por lo tanto, ella era perfecta, así que él estaba seguro de que su mamá aprobaría de inmediato a su esposa.
Cuando Carlos la oyó prometer que no volvería a cantar y que no había bebido, su rostro se suavizó, "¿Te pusiste ronca por el canto?", preguntó él.
Debbie sabía que tenía que confesarse ahora, así que admitió: "Sí, no había cantado durante tanto tiempo, pero todos estaban eufóricos y me estaba divirtiendo. Supongo que canté por mucho tiempo y por eso me puse un poco ronca, aunque afortunadamente mi garganta se recuperó, estaba bien a la mañana siguiente. Tú lo sabes, estabas ahí".
Carlos recordó que la garganta de su mujer estaba bien a la mañana siguiente, él había hecho que la sirvienta preparara un remedio casero, pero resultó que ya no lo necesitaba, Debbie estaba como nueva. Carlos entendió la mayor parte de lo que su mujer dijo, excepto por una parte, "¿Tu garganta se recuperó sola?".
Ella sonrió, "Sí, después de todo, esa no era la primera vez que tenía dolor de garganta. Ya había ocurrido antes, pero tal vez había pasado tantas veces que mi garganta se había acostumbrado o algo así, no lo sé, simplemente sucede".
La sonrisa tonta en su rostro iluminó el corazón de Carlos como si fuera un sol, entonces, su ira desapareció de inmediato.
Él tomó la mano de su esposa entre las suyas y se la llevó a los labios, la besó muy tiernamente, con infinito amor. "Tontita, no vuelvas a hacer eso, tú tienes dinero, si quieres comprarme algo, sólo usa la tarjeta, ¿de acuerdo?", dijo Carlos.
"Bien... pero Sr. Guapo, tengo 21 años actualmente, puedo ganarmipropio dinero, ¿no?", preguntó Debbie a la defensiva. El beso que su marido le dio en los dedos le provocó cosquillas, ella no podía dejar de reírse mientras sus ojos se estrechaban en delgadas líneas.
"No estoy diciendo que no puedas trabajar, es sólo que todavía estás en la universidad. Deberías estar estudiando, no trabajando, si estudias mucho y prestas atención, serás increíble en lo que decidas hacer", comentó Carlos. Aunque Debbie era una mujer maravillosa para los ojos de él, tendría que tratar con todo tipo de personas, si se enfocara en la universidad, tendría un mejor manejo de eso y sabría mejor qué hacer ante cualquier circunstancia, Carlos la quería preparada para todo tipo de situaciones.
Debbie asintió, sabía que su esposo tenía razón.
Además, muchos de sus compañeros de clase le habían dicho que se había convertido en una mejor mujer y era más graciosa. Debbie era más feliz, más segura y más respetuosa, sabía que Carlos lo había hecho por su bien y lo apreciaba, después de todo, ¿qué tipo de chica en su sano juicio no querría mejorarse a sí misma? Debbie también había esperado convertirse en una mejor persona antes de conocer a su esposo, pero en realidad nunca lo había intentado, no tenía mucho dinero y no tenía idea de cómo hacer realidad sus sueños, sin mencionar que carecía de autodisciplina. Definitivamente Carlos era todo lo que ella quería en un hombre.

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