Siempre que se aproximaba una fiesta o un evento, Dixon se encargaba del recuento de las personas que iban a participar. Después de todo, era muy meticuloso, y este era un trabajo para un perfeccionista.
Era por esto que al mencionarse el cumpleaños de Kristina, él ya había preguntado quién iba a venir a la celebración. Debbie, que era una de las amigas de Kristina, se sentó derecha como si fuera a anunciar algo. "Kristina, cumples veinte años, ¿verdad?". Hizo la pregunta asegurándose de no estar equivocada, aunque sabía que no podía estarlo. Ella conocía a la cumpleañera mejor que nadie.
Kristina tomó el brazo de Debbie y colocó delicadamente su mejilla sobre su hombro. "Sí, así es. No puedo esperar a celebrar mi cumpleaños. ¡Será a lo grande!", exclamó con entusiasmo.
Fue una suerte que la noche anterior no ocurriera nada que hubiera podido lastimar a Debbie. De lo contrario ella no le habría importado su cumpleaños y no mostraría interés en celebrarlo.
Sin embargo, esto no quería decir que no sospechara de que algo malo podría haber ocurrido la noche anterior. Se preguntaba cómo había logrado Debbie escapar de la ira de Carlos. Pero, ella sabía que era mejor dejarlo de lado y preguntarle a su amiga más tarde, en privado.
Kristina y Debbie estaban teniendo su propia mini celebración, mientras se tomaban de las manos con entusiasmo cuando Karen, quien se miró en el espejo para arreglarse el cabello, puso los ojos en blanco y soltó una risita: "Debes alejarte de esa machorra, Kristina. Haces que parezca tu novio. Solo de pensarlo se me pone la piel de gallina".
Kristina, que realmente amaba la amistad que tenía con Debbie, le lanzó a Karen una mirada desafiante y le respondió: "Hablas como si no la hubieras molestado como yo". Se acarició el pelo largo y rizado y pensó: 'Debería teñirme el pelo como el de Debbie. Los colores se ven muy bien en ella. Estoy segura de que se verían más vivos al sol'. Luego comparó su cabello con el de su amiga.
Debbie puso su brazo alrededor de los hombros de su amiga como lo haría un chico, y salió en su defensa: "Señoritas, por favor, no se peleen por mí. Hay más por hacer. ¿Cuál es nuestra próxima clase? Vamos".
"No estás hablando en serio, ¿verdad? No hay más clases. Necesitamos almorzar", le recordó Karen en tono muy sarcástico. Con resignación, metió el espejo y sus libros dentro del bolso y se dirigió a la cafetería.
Debbie miró la hora y se dio cuenta que Karen tenía razón. Era casi al mediodía. "Está bien", dijo ella, "vamos a comer entonces". De modo que tomó el bolso y se levantó de su asiento. Empezó a andar y los demás la siguieron.
El grupo salía del aula cuando un chico que estaba sentado en la primera fila levantó la cabeza. El chico cuyo nombre era Gregory Sanderson, observó intensamente con los ojos llenos de afecto cómo Debbie se marchaba.
En ese momento, lo que Gregory deseaba era asistir a la fiesta con Debbie.
Entonces otro chico se le acercó y le preguntó, "¿No vas a almorzar?", dijo con curiosidad.
Gregory Sanderson inmediatamente dejó de observar al grupo y empacó sus cosas al tiempo que respondía: "Sí, voy contigo". Él sonrió y se fue del aula con su amigo.
El día pasó, y llegó la hora de la fiesta de cumpleaños de Kristina. Debbie y Karen fueron al centro comercial e hicieron algunas compras. Después de comprar algunos regalos para su querida amiga, fueron al club que Kristina había reservado para la fiesta.
Había más de una docena de estudiantes en la sala privada. Algunos que Debbie ni siquiera conocía.
Pero, poco después de conversar con cada uno de ellos, todos llegaron a conocerse un poco y decidieron jugar a Verdad o Reto.
"¡Quienquiera que pierda esta ronda debe besar a alguien del sexo opuesto por un minuto!", dijo Karen. Los muchachos, que estaban rodeados de hermosas chicas, celebraron el anuncio.
Sin embargo, las chicas se sonrojaron con timidez ya que algunas de ellas nunca habían besado a un chico antes.
Aceptaron a regañadientes, con un toque de entusiasmo por las nuevas experiencias. Desafortunadamente, Kristina fue quien perdió. "¡Ya no juego!", la cumpleañera gritó y corrió hacia la puerta, tratando de escapar de la situación en la que se encontraba.
Pero, antes de que pudiera salir, algunos estudiantes ya estaban bloqueando la puerta. "Buen intento, cumpleañera, ¡pero ahora debes elegir a un chico para besar!", dijo Karen.
Con la cara como un tomate, Kristina miró a su alrededor y luego señaló una esquina.
Todos desviaron la mirada hacia donde señalaba la cumpleañera y se echaron a reír cuando se dieron cuenta que Kristina había elegido a Debbie.
"¿En serio? Kristina Lin, siempre me llamas machorra, ¡pero las dos sabemos que no soy un chico de verdad! Así que no vale", exclamó Debbie, riéndose del asunto ella misma. Ya estaba un poco mareada por el alcohol que había bebido y sus mejillas brillaban de emoción. Se veía bastante atractiva en ese momento.
La cumpleañera zapateó como un niño malcriado y se abalanzó sobre su amiga gritando: "Debbie, cariño, ¿por qué no cedes?".
Debbie chilló y esquivó el beso de Kristina. "Oye, ¡eso no cuenta!", Dixon se quejó mientras alejaba a Kristina de Debbie.
Al volverse hacia él, Kristina tuvo de repente una idea. "Ya que dices que no cuenta, entonces, ¿ por qué no me besas tú?". Antes de que pudiera reaccionar, Kristina tiró de él y lo besó en los labios. Sus ojos se agrandaron en shock.
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