Justo después de saludar a Carlos, Debbie agarró a sus dos amigas, que todavía estaban aturdidas, y salieron del centro comercial tan rápido como pudieron.
Una oscuridad premonitoria se apoderó de la cara de Carlos, mientras le entregaba el regalo a su secretaria y miraba por encima de la multitud antes de pedirle al gerente general: "Llame a los demás gerentes ejecutivos, ¡necesitamos tener una reunión ahora mismo!".
Carlos le causó escalofríos a todos cuando pasaba junto a ellos y se dirigía a la sala de conferencias del centro comercial.
Los altos ejecutivos del sitio palpitaron con terror y pensaron: 'Habrá un cambio drástico en la administración'.
En la tienda de bebidas N°99 Milk Tea, las tres chicas bebían su té con leche en silencio. Luego de un trago largo, Karen decidió hablar.
"Cuéntanos qué estaba pasando entre tú y el Sr. Hilton". Guiñó un ojo y le lanzó una sonrisa maliciosa a Debbie, que estaba tan nerviosa que le comenzaron a caer pequeñas gotas de sudor de la frente.
Sabía que no la dejarían ir fácilmente si no les contaba nada, así que después de una breve consideración, explicó con una mirada lastimosa: "Todo comenzó a partir del beso que nos dimos esa noche. Se ofendió y, debido a eso, no la pasé muy bien estos últimos días. Kristina, tú lo escuchaste la otra noche, quería enterrarme viva. Y como si fuera poco, anoche lo choqué por accidente con mi auto, qué mala suerte, ¿eh? Pero afortunadamente, no resultó herido, de lo contrario, yo ya estaría muerta".
Ante el temor de que descubrieran que estaba mintiendo, bajó la cabeza lentamente y sorbió su té de leche con una pajita.
'Lo siento, Carlos. Les mentí sobre chocarte con mi auto, pero no tenía otra opción. Si les dijera la verdad, reaccionarían de la misma manera que lo hizo Jeremías y me enviarían a un hospital psiquiátrico'.
Sintió que las dos chicas no estaban completamente convencidas, por lo que continuó, "¡Ah! Lo besé primero en el bar, luego se ofendió en la Plaza Internacional Shining, y anoche casi lo atropellé con mi auto, así que tuve que disculparme con él por mi propia seguridad. ¿Y creen que una disculpa verbal sería suficiente? ¡ Vamos! ¡Es el hombre más rico de la ciudad Alorith!".
Sin embargo, después de toda la explicación, las dos chicas aún no parecían convencidas. "Tampoco creo que el pin de collar de zafiro funcione, es un hombre muy rico, así que no creo que le guste el regalo", replicó Kristina. Al principio, ella pensó que el collar, que costaba casi 200.000 dólares, sería un gran regalo, ya que era caro y extravagante. Sin embargo, cuando recordó que Carlos era el soltero más rico de la ciudad, se dio cuenta de que no iba a ser suficiente.
"Por supuesto que no va a funcionar, y tenía miedo de que rechazara mi regalo, por eso me escapé del centro comercial tan rápido como
pude". Debbie se limpió el sudor de la frente. ¿ Por qué era tan difícil decir una mentira?
¿Por qué no podían creer que Carlos era su marido?
Karen se alisó el pelo y bromeó, "Jefa, creo que dices la verdad, no creo que un soltero tan rico como el Sr. Huo se pueda enamorar de una muchachota como tú. Mírate, ni siquiera tienes tetas grandes o un buen trasero".
Debbie golpeó la mesa con la palma de la mano y replicó: "Oye, cuida tus palabras, tengo una figura perfecta". El tema se había cambiado con éxito, pero Debbie todavía tenía un miedo persistente en el fondo de su mente que no se lo podía sacar de la cabeza.
Karen y Kristina miraron a su amiga de pies a cabeza y se miraron entre ellas antes de estallar en risas.
Debbie sabía de lo que se reían, así que levantó su pecho y resopló de risa. "Le pediré a Julie que me prepare platos nutritivos todos los días para que mi pecho aumente".
Las tres merendaron toda la tarde. Después de despedirse de sus amigas, Debbie volvió a la villa.
Afuera se estaba poniendo frío. Cuando llegó, se sacó el abrigo y abrió la puerta de la villa.
'Sólo son las 9 de la noche, no creo que Carlos esté aquí tan temprano', pensó.
Tarareó una canción mientras se cambiaba de zapatos y subía las escaleras.
"Tú, tú eres el imán y yo soy el metal. Me voy acercando y voy armando el plan. Solo con pensarlo se acelera el pulso. ¡Ay Dios mío!". Un grito desgarrador rompió el silencio.
Carlos miró a la chica inexpresiva que estaba delante de él. ¿Se había asustado por él?
El chico pensó en las propiedades familiares de Olivia y la miró con ojos radiantes de admiración. "Olivia, tu padre es un CEO. Pero, ¿qué pasa con Debbie Nelson? Oí que es huérfana, que su padre murió hace mucho tiempo y que su madre la abandonó...".
De repente, se sintió una explosión, y antes de que pudiera continuar, la puerta del aula se abrió de golpe.
Cuando vio quién estaba parada ahí, el chico se encogió de miedo con la cara tan pálida como un fantasma. '¿Cuándo había llegado Debbie Nelson? ¿Vamos a estar en la misma clase? ¿Habrá escuchado lo que dije?', pensó el chico.
De pie detrás de Debbie, varios muchachos se frotaban los puños y estaban ansiosos por una pelea. Eso hizo que el chico se sintiera más asustado e intimidado.
Debbie le frunció el ceño ya que estaba realmente irritada por los comentarios sobre sus padres. Echó un breve vistazo a la cámara en el aula y le hizo un guiño a Jeremías, quien inmediatamente entendió lo que quería decir. Como era el chico más alto de la universidad, tomó una silla y cubrió la cámara con un libro.
"Debbie, estaba equivocado. ¡Por favor perdóname!". Se disculpó porque pronto estuvo rodeado de varios chicos con sonrisas maliciosas y sed de violencia.
'¿Ah sí? ¿Ahora te disculpas? Cuando hablaste mal de mis padres, ¿acaso no pensaste que me molestaría?', pensó Debbie. Tan pronto como hizo un gesto con la mano, los chicos lo tiraron al suelo y comenzaron a golpearlo.
El estudiante lloró de dolor, pero nadie en el aula se atrevió a acudir en su ayuda. Por un lado, se lo merecía, y por el otro, no querían tener problemas con Debbie.
En ese momento, Olivia se sintió con miedo cuando vio lo que estaba sucediendo. Se volvió para mirar a Debbie y se preguntó: '¿Sabrá que fui a la oficina del decano ayer para presentar una queja en su contra?
¡Es una vergüenza! Lo único que sabe hacer es intimidar a los demás. ¿Por qué el decano o el director todavía no la han echado de la universidad? ¡Bah!'.
Cinco minutos después, Debbie salió del aula con las manos en los bolsillos, seguida de sus compañeros.
El chico se puso de pie mientras de tambaleaba, tenía todo el cuerpo golpeado pero su rostro estaba ileso. Los que lo acosaron se aseguraron de golpearlo en todas partes menos en el rostro. '¡Dios, cómo duele!', se retorció de dolor. Mientras observaba a Debbie alejarse, se juró a sí mismo que se mantendría lo más lejos posible de esa muchachona.

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