Este romance, El Arrepentimiento Llega Tarde, está COMPLETO. Leia Capítulo 103 e outros capítulos aqui.
O romance El Arrepentimiento Llega Tarde, de Internet, atinge circunstâncias dramáticas. Com Capítulo 103 , para onde irá o amor do protagonista masculino e da heroína? Siga este romance em booktrk.com.
Pesquisas relacionadas:
Ese día, su estado de ánimo parecía estar por los suelos. Todo su ser irradiaba una profunda melancolía.
—Pues...
Lorena también percibió esa tristeza, y el miedo la paralizó tanto que no se atrevió a seguir preguntando.
Pero después de diez minutos, fue él quien rompió el silencio.
—¿Por qué no seguiste preguntando?
Esa frase cayó como una espada suspendida sobre su cabeza, como si, igual que a Damocles, pudiera caer en cualquier momento.
Lorena tragó saliva: —¿Era alguien muy importante?
—Sí.
Apoyó una mano ligeramente sobre la barbilla, miró por la ventana y añadió: —Mucho. Cuando se fue, me derrumbé.
Aunque Lorena sentía miedo de Pedro en ese momento, no podía evitar reconocer que era un hombre profundamente sentimental.
Algunos decían que los hombres románticos solo nacían en familias adineradas, pero esa afirmación no era del todo real. En el círculo materialista en el que ella se movía, la mayoría de los herederos eran expertos en el arte de la diversión; los hombres como Pedro, capaces de sentir con tanta intensidad, eran una rareza.
Su primer amor había muerto hacía siete años, y, aun así, cada año él seguía yendo a rendirle homenaje. En ese momento, hasta su expresión reflejaba ese sentimiento.
Ser amada y recordada por un hombre como él... Esa señorita Yolanda realmente había sido única.
Después de eso, ella no se atrevió a decir nada más, hasta que el auto se detuvo frente al Cementerio de la Esperanza.
Fuera del cementerio había un edificio imponente, y en la entrada incluso había guardias armados.
Probablemente alguien reconoció el vehículo, ya que el gran portón se abrió de inmediato.
Tras este había innumerables escalones. Lorena no sabía en qué lado estaba enterrada exactamente la señorita Yolanda.
Apenas estacionó en la zona destinada para los autos, vio que alguien se acercaba respetuosamente y le abría la puerta del coche.
Pedro estaba en su silla de ruedas y, en ese momento, lucía agotado. Su tono fue muy sereno al dar la orden.
—Quédate aquí.
Por supuesto, ella no tenía el valor para acompañarlo, así que respondió de inmediato: —Está bien, entendido.
Comentários
Os comentários dos leitores sobre o romance: El Arrepentimiento Llega Tarde