Resumo de Capítulo 127 – Uma virada em El Arrepentimiento Llega Tarde de Internet
Capítulo 127 mergulha o leitor em uma jornada emocional dentro do universo de El Arrepentimiento Llega Tarde, escrito por Internet. Com traços marcantes da literatura Amor, este capítulo oferece um equilíbrio entre sentimento, tensão e revelações. Ideal para quem busca profundidade narrativa e conexões humanas reais.
Lorena empujó la silla de ruedas de Pedro de regreso al auto. Ninguno de los dos se ocupó de Nicolás, que seguía tirado en el suelo; fueron los dos guardaespaldas quienes se encargaron.
Los dos escoltas se quedaron largo rato en Jardines de la Paz, hasta que no pudieron aguantar más el silencio.
—¿Viste eso? ¿Acaso jefe Pedro dijo que se había asustado?
—Ajá... Y, además, se recostó en ella.
—Ajá...
Se miraron el uno al otro, sin poder entenderlo. Para liberar su frustración, le dieron una fuerte patada a Nicolás.
…
Cuando Lorena regresó a Jardines de la Paz, el médico familiar que ya la estaba esperando le curó de inmediato las heridas. Mientras tanto, Pedro no soltaba su mano.
Ella quiso preguntarle si se le había olvidado soltarla, pero frente a Pedro siempre le faltaba confianza.
Tal vez era por sus piernas, o tal vez porque ella aún no conocía la verdad de lo ocurrido en el pasado.
Pedro era una gran persona, ni siquiera la odiaba.
Lorena se prometió que, a partir de ahora, sería la mejor "pastilla para dormir".
Cuando el médico terminó de atenderla, se retiró con rapidez. Sentía que su presencia estaba de más.
Entonces Lorena recordó la grabación que le había enviado a Pedro. No sabía si él la había visto.
—Jefe Pedro, esa grabación...
—Ya fue enviada.
No quedó claro a quién.
Lorena se sentía agotada, recostada cerca, con ganas de dormir. Apenas dijo eso, soltó un bostezo.
—Ajá, bien. Lo revisaré cuando despierte.
Y cuando lo hizo, por fin supo lo que Pedro realmente quiso decir con ese tranquilo "ya fue enviada".
En la portada de los noticieros, en el primer lugar de las tendencias, estaba esa grabación.
Incluso la voz del doctor Cristian había sido editada con cuidado, pero la de Gisela no fue modificada en lo más mínimo.
—Quiero que todos crean que ella fue quien me provocó el aborto. Pásame una bolsa de sangre.
—Acuérdate de borrar las cámaras. No quiero que tenga manera de defenderse. La escalera es el lugar perfecto. Cuando llegue el momento, tú anuncia que perdí al bebé.
—Je, todos la van a odiar. Siempre ha sido una desgraciada venenosa. Lo que le pase, se lo merece.
También se escuchaban fragmentos de la voz del doctor Cristian.
—¿Esto está bien, señorita Gisela? Después de todo, ella es tu hermana...
—Nunca la he considerado como tal. Su existencia solo estorba. Esta vez tengo que sacarla de la familia Flores. Y tú, no te metas. Solo haz lo que te digo.
Y no solo eso. El título en tendencias era: "Todos los trucos de una hermana falsa para hundir a la verdadera heredera".
Antes, por culpa de Patricia, todos en el círculo social creían que Lorena había empujado a Gisela por las escaleras, provocándole un aborto.
Con la difusión de esta noticia, sumado al hecho de que el nombre de Gisela aparecía claramente en la grabación sin ningún filtro, el escándalo estalló en todas las esferas sociales.
Gisela, por su parte, no tenía idea de nada. Ese mismo día ya había sido llevada de regreso a casa.
Como estaba de mal humor, todos en la casa de los Flores caminaban con sumo cuidado. Yago también había sido obligado a quedarse a su lado.
—Yago, te noto distraído... ¿También estás triste por lo del bebé?
Él apretaba el celular con fuerza. El mensaje se lo había enviado un amigo. Era la grabación, junto con un comentario sarcástico sobre cómo había llegado a tendencias.
El amigo había añadido una frase: —Estas hermanas de la familia Flores son bien peligrosas, ¿eh?
Yago siempre había sido una persona orgullosa. Ser objeto de burla pública le resultaba insoportable.
Además, recordó las palabras que Lorena le dijo en el hospital: que cada vez que Gisela se hacía la víctima, todos le creían.
Como un rayo cayendo sobre su cabeza, Yago apartó de golpe a Gisela que intentaba acercarse.
La fuerza fue tal que ella casi cayó al suelo.
Las lágrimas se le agolparon en los ojos.
—¡Yago! ¿Qué estás haciendo? ¡Me duele!
Yago respiró hondo: —Gigi, te lo pregunto una vez más... ¿De verdad estabas embarazada?
Gisela sintió un vuelco en el corazón. ¿Y si ya lo sabía?
No podía ser. Cristian no estaba en el hospital ese día, y había tenido a Yago a su lado todo el tiempo. Él no habría podido investigar nada.
Rápidamente forzó unas lágrimas.
—Yago, ¿qué significa eso? ¿Solo por unas cuantas palabras de Lorena ya dudas de mí?
Apenas comenzó a llorar, los demás se pusieron de su lado.
Norma fue la primera en levantarla, lanzándole a Yago una mirada severa.
—Yago, si tienes algo que decir, dilo. ¡Ella acaba de sufrir una pérdida y está muy sensible!
Juan también intervino: —Sí, hoy Gisela vomitó varias veces. Me partió el alma verla así.
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