El Arrepentimiento Llega Tarde romance Capítulo 187

Resumo de Capítulo 187 : El Arrepentimiento Llega Tarde

Resumo de Capítulo 187 – Uma virada em El Arrepentimiento Llega Tarde de Internet

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Lorena estacionó el auto frente a su casa y corrió adentro para darse una ducha rápida.

Apenas se quitó la ropa y el vestido, al ver las marcas que se extendían por su cuerpo, sintió un impulso irrefrenable de darse una bofetada.

¿Cómo podía ser tan fácil de seducir?

Se agachó y se lavó la cara con agua fría con fuerza. Sólo cuando el calor ardiente de su rostro disminuyó un poco, se apresuró a cambiarse de ropa.

Pero su cuello definitivamente no podía mostrarse. Se puso un suéter de cuello alto.

Al girarse, notó que justo debajo del lóbulo de la oreja también había una marca muy disimulada.

Sacó la base de maquillaje y la aplicó cuidadosamente hasta que logró cubrirla más o menos bien.

Luego volvió rápidamente al auto y llevó al hombre directamente al Hospital Amable.

El hombre despertó, y al ver a Isabel, una expresión de pánico cruzó rápidamente por sus ojos, para luego gritar:

—¡Esto es un estado de derecho! ¡¿Ustedes qué van a hacer?! ¡¿Qué van a hacer?!

Isabel reconocía a ese hombre. Era amigo de su esposo, habían trabajado juntos en un proyecto, pero fracasaron. Desde entonces, él había desaparecido.

Había escuchado que se volvió adicto al juego, que se divorció de su esposa y que su única hija emigró al extranjero para huir de él.

Pensaba que ese hombre ya había sido asesinado hace tiempo, pero resultaba que aún seguía en Costadorada, y por la ropa de marca que llevaba, parecía tener bastante dinero.

Lorena le dio una patada en el estómago. Estaba de mal humor y no tenía paciencia para perder el tiempo con palabras.

—Habla. ¿Qué relación tienes con Gisela?

El rostro del hombre se contrajo varias veces del dolor, a punto de vomitar.

Lorena agarró el cuchillo que estaba a un lado y, sin dudarlo, le cortó un dedo.

Isabel y el director del hospital no esperaban que fuera tan tajante. Ambos se sobresaltaron.

—¿Qué eliges? Todo ese dinero que ibas a pedir a la Casa de las Flores siempre acababa en el bolsillo de Gisela, ¿no? Ella desprecia a la gente común, y más a alguien como tú, sin empleo. El hecho de que te haya soltado unos cuantos miles ya fue un acto de misericordia.

El rostro del hombre se sonrojó de golpe, Lorena lo había desenmascarado.

Cada vez que iba a pedir dinero a la Casa de las Flores, parecía que era mucho, pero él solo se quedaba con unos pocos miles de dólares.

Pero cuando trabajaba formalmente, no ganaba nada, y tras engancharse al juego, le parecía que el dinero ganado con un empleo llegaba demasiado lento, nada comparado con estos métodos cuestionables.

Con el tiempo, cayó en un ciclo sin salida.

Después de todo, colaborar con Gisela le daba dinero, así que decidió seguir con eso. El futuro... no lo había pensado mucho.

Pero ahora alguien le ofrecía doscientos mil dólares en efectivo. Con esa suma, podía irse a otra ciudad a apostar, mucho mejor que seguir dependiendo de Gisela.

—¡Acepto! ¡No me pegues más, acepto!

Pero justo después de decirlo, Isabel, aún en estado de shock, preguntó con voz apagada: —¿Tienes pruebas? Gisela es mi hija, la crié yo. Ella no es esa clase de persona, ¿ustedes la están difamando...?

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