Como era de esperarse, cuando anunciaron que estaban por llegar a una nueva ciudad la tripulación se impacientó con ansias de probar los “manjares” de este nuevo lugar, donde también incluyo a Leo, quien estaba rezándole a los Dioses para no tener que quedarse en el barco como anunció el capitán.
Él mencionó que se quedarían 10 personas, las cuales tendrán que limpiar con profundidad el barco debido a la batalla que hubo hace seis días, ya que se dedicaron a limpiar la cubierta del barco y no sus profundidades, eso incluye la zona de cañones junto al almacén.
Por lo visto esta vez nos quedaremos más tiempo, algo totalmente entendible debido a las diversas reparaciones que deben hacerle, como bien dijo el capitán no son graves, aunque son varias que tomarán dos a tres días.
Yo tampoco deseaba quedarme en el barco, quería salir junto al capitán, incluso conocer la ciudad, algo que no sabía si los Dioses me permitirían lograr.
Podía ver la isla a lo lejos, todos se acercaron para ver el lugar desde la distancia, mientras que los chicos, Julián y Alejandro, me aseguraba que la probabilidad de que pudieran bajar era nula, algo que yo también sabía, pero quería mantener vivas las esperanzas.
–Que no me toque a mí, que no me toque a mí–repetía una y otra vez Leo, quien apoyaba su cabeza en mi hombro mientras se mantenía en mi espalda, casi tratando de ocultarse del capitán.
Él se posicionó en la proa, cerca del timón con tal de vernos desde lo alto y así anunciar los nombres de todos los que tendrían que permanecer en el barco durante estos días.
Cuando oí el nombre de Leo, también pude oír sus lloriqueos y maldiciones, algo que me causaba bastante risa, aunque no me burlé, justamente porque luego de anunciar a nueve tripulantes, el capitán me mandó a llamar a su cabina donde atrapó mis labios y entre apasionados besos susurró “Y diez…”
–Yo quería recorrer la ciudad– murmuré con tristeza.
–Esta ciudad no es como la anterior–me explicaba acariciando mi mejilla– es un sitio peligroso donde podrían lastimarte y no quisiera verte herido– me aseguraba– además ve el lado positivo, quedarás a cargo.
–Sí, sí, que emoción–dije con desgana, haciéndolo reír.
–Regresaré en tres días, te lo prometo– añadió, buscando mis labios.
–Está bien…–susurré dejando que sus labios atraparan los míos con un tierno beso, seguido de muchos más.
Cuando se separó de mis labios, caminó hasta el timón donde movió el barco hasta el muelle donde todos los que no fueron nombrados se bajaron, eso incluyendo a Asher, algo que sin duda agradecía, ya que sabía perfectamente que sería muy problemático tenerlo cerca.
–Joshua quedará a cargo– les anunció a todos– y si no te obedecen, puedes dejarlos sin comer– me sugería, caminando de regreso a su cabina donde tomó dinero y me entregó un poco diciéndome que era para divertirnos, asegurándome que se acercarían mercaderes a ofrecernos licor y comida.
–¿Y chicas de compañía? –pregunté.
–También, pero…–susurró tomándome en sus brazos con tal de llevarme hasta su cama– eres mío…–añadió, dejándome caer a ella, donde no tardó en subirse sobre mi cuerpo.
–¿No te irás? –pregunté sin poder contener mi sonrisa.
–Aún tengo tiempo, además debo asegurarme de tenerte satisfecho para que no pagues por los servicios de nadie– me respondió deslizando sus manos dentro de mi pantalón con tal de quitármelo.
–Que egoísta…–susurré con diversión, abriéndole mis piernas.
Él comenzó a quitarse la ropa y yo imité su acción hasta quedarnos completamente desnudos sintiendo la calidez del otro. Sabía que podíamos juguetear sin problema, justamente porque ayer lo habíamos hecho y sin sufrir ningún inconveniente logré recibirlo en medio de muchos besos.
Me gustaba esta forma que empleaba para mantenerme satisfecho, se sentía increíble, además él no me lo hacía con prisa, más bien era todo lo contrario, parecía tener ganas de hacerlo tanto como yo,
No puedo evitarlo, me gusta la forma en la que sus manos se deslizan por mi cuerpo como si existiese alguna zona que no haya recorrido aún, además cada que lo hacemos voy aprendiendo cosas nuevas que me ayudan a conocer nuevas formas de sentir o dar placer.
Esta vez su mano sostenía mi entrepierna como de costumbre, aunque el movimiento que aplicaba era diferente, no estaba agitando su mano, más bien rozaba su pulgar por la punta creando movimientos circulares que lograban hacerme suspirar en medio de gemidos.
Quisiera no tener que dejarlo ir, mis piernas lo envuelven como una manera de retenerlo y mantenerlo dentro de mí, aún es temprano, no necesita marcharse tan pronto, incluso puede que no necesite marcharse hoy ¿por qué no envía a otro en su lugar? No sé qué es aquello que lo mantendrá lejos de mi cuerpo, pero quisiera que no tuviese que marcharse.
Él mencionó que la ciudad era peligrosa ¿Qué tal si algo le ocurre? De la misma forma en la que existe la posibilidad de que me ocurra algo a mí, también existe la probabilidad de que le ocurra algo a él.
Realmente quisiera ir con él, me gustaría ser capaz de hacerlo cambiar de opinión aun cuando sé que no soy tan bueno en el arte de la persuasión…
–Haah…–jadeó sobre mis labios luego de cortar un beso espectacular en donde su lengua se rozaba suavemente con la mía.
Esa clase de besos también me los ha enseñado él, es obvio que, a comparación de mí, Fredrik tiene mucha más habilidad y experiencia en este ámbito. Seguramente ha estado con muchas personas, es evidente que antes de que yo apareciera en su vida, él al igual que su tripulación, pasaba sus días en tierra firme con cualquiera.
No puedo evitar sentirme celoso, me estaba enfadando por algo que no debería pensar, nosotros no somos una pareja, él no lo ha sugerido, ni tampoco yo lo he mencionado.
Él ha mencionado anteriormente que no quiere casarse, supongo que no es del tipo de hombres que busca una atadura formal, por lo mismo ¿Qué esperanzas podría tener yo de ser su novio? Una parte de mí sabe que no puede ilusionarse, mi lado razonable me asegura que tarde o temprano se aburrirá y conseguirá a alguien más, pero la otra parte de mí se mantiene esperanzada frente a la idea de que eso no ocurra.
–¿En qué piensas…? –me preguntó acercándose a mis labios, deteniendo sus embestidas en el proceso.
–En nada…–mentí atrapando sus labios.
No tenía importancia decirle esto ahora, después de todo, por ahora se mantiene encantado por mi presencia y es indudable el hecho de que negará mis preocupaciones, incluso puede que diga “Eso no pasará” cuando claramente existe una posibilidad.
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