—Jaime, supongo que desde que esa mujer llegó a tu vida, no deseas estar conmigo… —dijo Hilda con voz entrecortada, mientras enormes lágrimas rodaban sobre sus mejillas.
…
Al mismo tiempo, en otra parte de la ciudad, Gonzalo y Arturo charlaban, alegres, en una de las lujosas habitaciones de Residencia Serrano; de hecho, era poco usual que esos dos hombres se encontraran en el mismo lugar, por lo que Gonzalo se apresuró a recapacitar:
«¡Me parece increíble que me encuentre frente a Arturo, pues a pesar de que poseo la mayor fortuna en Ciudad Higuera, nunca antes había aceptado reunirse conmigo! No obstante, es evidente que desde que se reveló mi parentesco con Jaime y todos descubrieron que se trata del futuro esposo de mi hija, me he convertido en uno de los hombres más importantes de la ciudad».
Poco tiempo después, Arturo no pudo evitar sobresaltarse al advertir la presencia de Josefina y Jaime, por lo que no tardó en anunciar con voz enérgica:
—¡Señor Casas, es un honor conocerlo al fin!
—Señor Gómez, por favor, no se levante; sé que su estado de salud no ha mejorado por completo, así que le sugiero que descanse un poco. —La voz de Jaime resonó llena de gentileza al emitir esas palabras.
—Bueno, le aseguro que tan solo deseo agradecerle por haberme salvado la vida; en realidad, estoy seguro de que el dragón vengativo hubiera acabado conmigo si usted no hubiera aparecido ese trágico día. De hecho, puedo sentir que mi cuerpo recupera, cada vez más, sus fuerzas.
«Nunca olvidaré que Jaime acudió a mi ayuda justo a tiempo; de otra manera, sé a la perfección que ese maldito Trono del Dragón lograría absorber toda mi energía vital…».
Al observarlo un momento, el semblante de Jaime se suavizó por completo; de inmediato, prosiguió a responder en tono gentil para intentar tranquilizarlo:
—¡Señor Gómez, usted es un hombre fuerte, así que podrá recuperarse sin ningún problema! —Al emitir esas palabras, una hermosa sonrisa le cubrió el rostro; no obstante, no pudo evitar sobresaltarse al escuchar la voz de su suegro desde el otro lado de la habitación.
—Jaime, me pregunto cómo te sientes en tu nuevo trabajo en Compañía Sentimientos Químicos, pues, aunque Josefina ha logrado contarme un poco al respecto, me encantaría escucharte. —La voz de Gonzalo resonó en tono severo.
—En realidad, me encuentro muy bien; de hecho, me he sentido muy feliz desde que comencé a trabajar en el Departamento de Ventas, pues creo que encontraré muy buenas oportunidades de escalar en la sociedad —respondió Jaime en tono ecuánime.
De inmediato, el semblante de Gonzalo se endureció por completo, mientras permanecía en silencio; tras una breve pausa, aseveró, sin mostrar ninguna emoción:
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