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El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 107

Álvaro, acorralado por Rocío, sintió cómo la sangre le hervía de coraje.

—¿Cómo puedes ser tan irracional? Discutir contigo es imposible, y este no es el lugar para hacerlo. Pero quiero hablar contigo, de manera formal, y no hay mejor momento que ahora. ¡Así que será ahora mismo!

—No quiero hablar contigo —espetó Rocío, con una mirada que podría cortar el aire.

—Señor Gómez —Mireya intervino, negando levemente con la cabeza—. No se altere, eso puede afectar su salud.

Al decir esto, Mireya ni siquiera volteó a ver a Rocío, la ignoró por completo y, manteniendo la compostura, saludó a Samuel con una inclinación de cabeza:

—Señor Ríos, qué gusto.

Samuel le devolvió el gesto, con una cortesía impecable.

—Señorita Zúñiga, siempre tan elegante y segura de sí misma.

—Gracias.

Luego, Mireya dirigió su mirada a Álvaro.

—Señor Gómez, vámonos. Podemos venir otro día por las joyas.

—Mi, quédate aquí y sigue viendo con tus papás. Yo necesito hablar con la señorita Amaya. Samuel, ¿te parece bien?

Álvaro bloqueó el paso de Rocío, decidido a no dejarla escapar.

Cuando Álvaro llamó a Mireya “Mi”, Rocío se quedó paralizada por un instante.

En su mente apareció el recuerdo de la señora Gutiérrez, quien había fallecido en Italia. Valeria Gutiérrez solía llamarla de forma parecida, un “Ro” cálido y lleno de afecto.

Lastimosamente, justo cuando por fin alguien la había empezado a cuidar, ese alguien se fue para siempre.

Así era la suerte de Rocío.

Samuel sonrió con educación.

—Por supuesto que no me molesta. Será un placer acompañar a la señorita Zúñiga y a sus papás mientras eligen la joya.

Samuel, en realidad, solo quería ver el espectáculo.

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