Entrar Via

El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 135

—¿Qué dijiste? —Rocío pensó que había escuchado mal.

Había estado buscando a Lázaro durante tanto tiempo por el tema del divorcio, y él siempre encontraba la manera de evitarla, poniéndole mil pretextos. ¿Y ahora, de la nada, le salía con que sí quería el divorcio?

Lázaro no repitió sus palabras.

Ni siquiera la miró otra vez. Simplemente se fue hacia la entrada del club junto a Mireya.

Cuando pasó a su lado, la indiferencia de Lázaro era tan grande que Rocío sintió que para él ni siquiera era aire. Esa distancia, ese desdén, la hizo sentirse inútil, como si ya no mereciera ni el título de persona.

Además, que él fuera quien mencionara el divorcio daba la impresión de que siempre había sido él quien deseaba separarse, y que era ella quien se aferraba a este matrimonio, que era él quien tenía que forzar el divorcio a toda costa.

Rocío, que siempre había sido una persona tranquila, en ese momento solo pudo soltar una risa incrédula, casi como un suspiro irónico.

Por un instante, pensó en correr tras Lázaro, pararse frente a él y preguntarle de frente:

—¿Por qué? ¿Con qué derecho? ¡Yo fui la que te pidió el divorcio desde hace tiempo! ¡Tú eres el que ha estado dándome largas! ¿Por qué ahora te pones tan digno?

Pero Rocío no lo hizo.

Ese matrimonio ya estaba muerto desde hace rato. Que lo pidiera ella o él, en el fondo, daba igual.

Conociendo la forma tan seca de Lázaro, Rocío sabía perfectamente que él no le daría ni un peso. Y en el acuerdo de divorcio que ella misma redactó, tampoco pidió nada.

Así que no dijo nada más.

Solo preguntó, con una calma casi elegante, mientras lo veía de espaldas:

—¿A qué hora?

¿A qué hora?

Lázaro no había pensado en eso.

Mañana por la mañana tenía que ir a una subasta importante de un terreno. Si terminaba con eso, el registro civil ya estaría cerrado. Así que lo más temprano que podía ser, era a las dos de la tarde.

Pero, ¿por qué ella se mostraba tan tranquila?

En su cabeza, Rocío debería estar fuera de sí, corriendo, llorando, suplicándole:

—¡Lázaro, llevamos seis años de casados, hasta tenemos un hijo! ¡Yo no quiero divorciarme! ¡Aunque me muera siendo Valdez, jamás voy a firmar!

Eso era lo que él pensaba que pasaría.

Por eso ella siempre lo había buscado, insistido, suplicado.

Pero Rocío no hizo nada de eso. No corrió, no se desmoronó. No lo detuvo.

Lázaro se quedó helado, completamente sorprendido.

Sentía una incomodidad rara en el pecho, una molestia que no pudo contener, así que terminó volteando a verla.

Rocío lo miraba con un rostro sereno, sin un ápice de emoción. Volvió a preguntar:

—¿A qué hora?

—A las dos —contestó él, casi gruñendo.

Capítulo 135 1

Verify captcha to read the content.VERIFYCAPTCHA_LABEL

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Desquite de una Madre Luchona