Rocío fue directa al grano:
—Señor Valdez, salga, quiero hablar con usted.
Ya no soportaba que la familia Valdez estuviera llamándola una y otra vez para molestarla. Últimamente tenía el tiempo contado, tenía que acabar varios proyectos de diseño y todavía le faltaba ir a otros trabajos. Tan ocupada andaba que hasta para comer tenía que ver el reloj y comer a las carreras.
Y aun así, las empleadas de la casa Valdez no dejaban de llamarla para fastidiarla.
Ninguna la trataba como a la señora Valdez, todas la ignoraban por completo.
¿Cuál era el caso? Ya había dejado la casa Valdez y, aun así, seguían llamándola tres o cuatro veces seguidas.
¿Querían platicar de viejos tiempos?
Eso no le interesaba a Rocío.
Tenía que aclarar las cosas con Lázaro en persona: de ahora en adelante, no quería saber nada de los asuntos de la familia Valdez. No quería que la molestaran más.
Ni siquiera las empleadas.
Y, además, tenía que preguntarle cuándo estaría listo el acta de divorcio.
Necesitaba irse pronto para asistir a un congreso internacional sobre instalaciones para el bienestar de adultos mayores. No tenía tiempo para perderlo en dramas.
Rocío también sabía que, con lo poco que Lázaro la había tomado en cuenta siempre, era probable que él ni siquiera aceptara verla.
No le importaba.
Si él no salía, ella lo esperaría en la entrada de la mansión.
Por el teléfono se escuchó una voz de mujer, ni tan cerca ni tan lejos:
—Lázaro, ¿quién llama?
A pesar de la distancia, Rocío reconoció la voz de Mireya. No pudo evitar reírse por dentro. Apenas llevaba una semana fuera y Mireya ya no perdió el tiempo para mudarse a la casa.
Si tan desesperada estaba por quedarse, ¿por qué no firmaban de una vez el acuerdo de divorcio?
Mientras Rocío pensaba en eso, escuchó a Lázaro decir:
—Mañana al mediodía, ven a la cafetería frente a mi oficina.
—Perfecto —replicó Rocío, y colgó el teléfono en un segundo.
¿De verdad había colgado tan rápido?
A Lázaro le cayó el veinte de repente.
—¿Qué pasa, Lázaro? —preguntó Mireya, que ya se había dado cuenta de que era Rocío.
¿Será que Rocío quería regresar? Después de haber estado una semana afuera, ¿ahora que Lázaro ya no le prestaba atención y Benjamín ya no la necesitaba, quería volver como si nada?
¿De dónde sacaba esa confianza y ese ego?


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