El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 16

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Lázaro contestó rápido, pero solo soltó cuatro palabras:

—Al mediodía no puedo.

Y colgó el teléfono sin más.

Rocío se quedó viendo el celular, en silencio.

Si Lázaro hubiera estado frente a ella en ese momento, le habría vaciado la taza de café en la cara sin pensarlo.

Aunque siempre había sido alguien serena y tranquila, no pudo evitar que la rabia y la frustración le subieran al pecho.

Después de tantos años, había amado tanto a Lázaro que se había olvidado de sí misma.

Por eso, Lázaro ya ni siquiera se molestaba en tratarla con respeto.

Si él no quería verla, no le quedaba más remedio que aplazar el tema del divorcio y concentrarse en los preparativos para su viaje de trabajo al extranjero.

Al salir de la cafetería, Rocío manejó rumbo a la empresa donde trabajaba.

"Espacios Renovados" era una firma muy reconocida en el país. El actual director, Fabián Salinas, era más que un amigo, era su hermano del alma. Cuando Rocío llegó ahí, sin estudios ni conexiones, fue Fabián quien confió en ella, dándole la oportunidad de trabajar como diseñadora y presupuestista durante todos estos años.

Rocío sentía un agradecimiento enorme hacia Fabián.

—Roci, ¿qué se te ofrece? —le preguntó Fabián, mirándola con una calidez sincera.

—Fabián, quiero llevar mi proyecto a algunos países europeos donde la población ya está envejeciendo, para intercambiar ideas. Cuando regrese, probablemente venga a renunciar contigo —le dijo Rocío, con un dejo de disculpa en la voz.

Pero Fabián simplemente le sonrió, relajado:

—Roci, no tienes que cargar con esa preocupación. Yo veo todo lo que has logrado y la pasión que tienes. Atrévete a seguir tu camino, y si necesitas ayuda, cuenta conmigo. Si necesitas inversionistas, yo te ayudo a encontrar contactos.

Los ojos de Rocío se llenaron de lágrimas.

Sin embargo, sonrió con fuerza y confianza:

—Claro que sí, Fabián, cuenta con eso.

—Justo esta tarde me invitaron a una reunión con algunos inversionistas interesados en proyectos para personas mayores. ¿Te animas a ir conmigo? —preguntó Fabián, esta vez con más seriedad.