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El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 166

Eugenio no entendía del todo lo que Samuel quería decir.

Solo alcanzó a oír el tono de Samuel, cargado de una amenaza tan helada como un filo de navaja.

Le tenía cierto respeto a Samuel, así que murmuró, casi tragándose las palabras:

—Ella no tiene ni la capacidad para meterse conmigo.

—Si Rocío no te hizo nada, ¿por qué tú, siendo hombre, te la quieres acabar? Si ella te responde, ¿no sería defensa propia? Señor Delgado.

Eugenio se quedó sin palabras.

—Así que, hazte cargo de tus heridas. El problema lo provocaste tú, y si se te ocurre armar más escándalo, no me culpes por perder la paciencia, señor Delgado. Yo suelo ser más tolerante con las mujeres, porque soy hombre y aprecio la belleza. Pero con los hombres, nunca me tiembla la mano —Samuel sonreía al hablar, con un tono ligero, casi despreocupado.

Pero todos los presentes podían notar el filo de sus palabras, la amenaza latente.

Eugenio era alguien importante en Solsepia. Lo miró desafiante y preguntó:

—Señor Ríos, ¿en qué momento lo ofendí?

—Ofendiste a mi mujer —contestó Samuel sin dudar.

Y al terminar, dirigió la mirada a todos los presentes.

—Ustedes piensan que Mireya es la víctima y, sin preguntar nada, se ponen de su lado para atacar a Rocío. Pero yo no lo veo así. Para mí, Rocío es la mejor. Si vuelven a tratarla así, me voy a encargar de Mireya. Yo, Samuel, cumplo mi palabra.

Todos se quedaron mudos.

Por último, Samuel volvió la mirada hacia Hernán y Claudio.

Su sonrisa era pura ironía, y soltó una frase que solo él y Claudio entendieron:

—Señor Navarro, señor Herrera, que los demás quieran atacar a Rocío, pase, pero ¿ustedes dos también? Eso sí que tiene su gracia.

Claudio y Hernán no dijeron nada.

Especialmente Claudio, que se puso primero rojo y luego pálido.

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