Entrar Via

El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 184

Luego, de reojo, Mireya lanzó una mirada desdeñosa a Rocío.

—¡Yo soy la ingeniera principal del proyecto! ¡Soy la novia de Lázaro, su prometida! ¿Y qué? Sin mí, este proyecto difícilmente podría avanzar. Pero esta mujer… No es más que la amante del señor Ríos, no le aporta nada al proyecto. ¿Acaso traer a una amante para hablar de ingeniería y negocios también es idea del señor Salinas y del señor Esquivel?

—¡Señorita Zúñiga! Usted sabe que aquí estamos para hablar del proyecto. Aquí solo usted anda diciendo a cada rato que Rocío es una amante. ¿Acaso porque el señor Valdez la respalda, piensa que puede hablar así como si nada? Si tanto presume el respaldo del señor Valdez, díganos, ¿usted qué papel juega aquí? —Fabián, que nunca antes le había enfrentado, alzó la voz de pronto.

Apenas Fabián terminó, Raúl intervino también:

—Señorita Zúñiga, si sigue hablando así, yo, Raúl, tampoco me quedaré callado.

Mireya se quedó sin palabras.

De pronto, se dio cuenta de que tanto Samuel, como Fabián y Raúl, estaban defendiendo a Rocío.

El nerviosismo se le metió hasta los huesos.

Por primera vez se sintió acorralada, como si todos la tuvieran contra la pared.

La situación era incómoda, casi insoportable.

Aun así, Mireya no pudo evitar otra mirada llena de desprecio hacia Rocío antes de sentarse junto a Lázaro.

—Señor Valdez, si no quiere cooperar con nosotros, nos veremos en la subasta. No importa cuánto cueste, ¡no permitiremos que usted consiga el terreno! —Fabián soltó estas palabras con firmeza mirando de frente a Lázaro.

Lázaro vaciló.

Era el principal inversionista, sí, pero tenía muchos socios, tanto locales como extranjeros, incluso de Valenciora. Manejaba activos por cientos de miles de millones de pesos, así que no podía darse el lujo de inflar el precio del terreno solo por capricho.

Lázaro era ante todo un hombre de negocios, no podía dejarse llevar por rencillas personales. Ante el proyecto, el amor y los enojos quedaban en segundo plano.

—De acuerdo. Pero solo con este terreno. Si no pueden aportar ningún apoyo técnico para el proyecto, tendrán que retirarse. Y todo quedará por escrito en el contrato —accedió Lázaro, frunciendo el ceño.

Eso era justo lo que Mireya también buscaba.

Así no tendrían que inflar el terreno a precios absurdos.

Nuestro precio es solo 1/4 del de otros proveedores

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Desquite de una Madre Luchona