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El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 77

Rocío volteó y vio que eran Lázaro y Mireya.

Lázaro vestía un abrigo negro de corte masculino con doble botonadura, camisa blanca por dentro y pantalón de vestir gris claro. Con su estatura de uno ochenta y ocho, su figura esbelta y firme, y esos rasgos bien definidos, de verdad que parecía el yerno perfecto, de esos que no se encuentran ni buscando entre cien mil personas.

Sobre todo, la forma en la que iba vestido hoy combinaba perfectamente con Mireya.

Ella llevaba un suéter de lana gris claro de cuello alto, ceñido a la cintura con un delicado cinturón negro de piel, y pantalones de tela completamente negros.

Ambos iban muy sobrios, pero con un aire elegante imposible de ignorar.

De verdad que juntos parecían la pareja ideal, con esa aura de distinción y complicidad.

Mireya iba tomada del brazo de Lázaro, sin verse para nada pegajosa, más bien con esa tranquilidad propia de quienes comparten el mismo camino y se entienden de verdad.

Los dos, al mismo tiempo, miraron a Rocío como si estuvieran viendo a una intrusa descubierta en pleno acto, como si ella fuera esa persona descarada que se mete en la casa ajena en la madrugada para robarse al esposo de otra.

Luego miró a Cristian e Ineta.

Ellos también vestían con una elegancia discreta, y sus figuras nada tenían que ver con la típica imagen de personas de cincuenta años encorvadas o descuidadas.

Los cuatro juntos, de verdad que parecían la familia perfecta, unida, llena de armonía y con una belleza que llamaba la atención.

Y si pensaba en cómo la veían ellos, Rocío sentía que para esa familia no solo era la intrusa sin vergüenza.

Era, además, la impostora que les robó dieciséis años de la verdadera hija, esa a la que todos querrían fuera de sus vidas como si fuera una rata de alcantarilla.

Rocío soltó una risa irónica.

De inmediato, devolvió la pregunta a Lázaro con un tono igual de exigente:

—¿Que a qué vine? Carolina lleva dos o tres días con fiebre, ¿tú, como padre, dónde has estado? ¡Es una niña pequeña y tiene una infección en el estómago! ¿Qué le han dado de comer?

La pregunta dejó a Lázaro por un momento sin palabras.

Desde que Rocío se había ido de la familia Valdez hacía más de un mes, aparte de los múltiples intentos de ella por regresar, su actitud y sus palabras se habían vuelto mucho más firmes que antes.

Cuando vivía con la familia Valdez, Rocío nunca lo cuestionaba.

Pero ahora no solo lo cuestionaba, sino que incluso se atrevía a decirle cosas feas a la cara.

Esa Rocío le resultaba difícil de descifrar.

Aunque esa sensación se le fue tan rápido como llegó.

Luego, con un tono seco, respondió:

—No es asunto tuyo.

Capítulo 77 1

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