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El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 80

—¿Su apodo es “la tercera”?

Rocío se quedó callada unos segundos y luego contestó:

—No… No es eso. Lo que pasa es que ella es la otra, la amante, la que se metió entre usted y ese viejo desgraciado… la tercera en discordia, vaya, lo que todos llaman “la tercera”.

—Eso, ¡ella es solo una amante! ¡Una cualquiera! —La abuela, al fin, pareció hallar un poco de consuelo.

Al ver que la abuela por fin se animaba un poco, Rocío sintió algo de alivio.

En este mundo, la mayoría de la gente es común y corriente.

Todos caen en alguno de los siete pecados: envidia, ira, pereza, codicia, orgullo, lujuria, gula.

La abuela no era la excepción.

Que deseara la desgracia para la familia Zúñiga era completamente comprensible.

Mientras no dañara a nadie, podía maldecir cuanto quisiera frente a su nieta, podía gritar y despotricar todo lo que quisiera; su nieta siempre la iba a consentir.

¿Quién sabe si hoy la abuela se habría desvelado llorando hasta dejarse los ojos hinchados otra vez?

...

Al llegar a las afueras de la mansión de los Zúñiga, tal como Elvia había dicho, la casa estaba totalmente vacía y a oscuras.

Ni siquiera bajo la luz de la calle había señales de vida.

¿Dónde estaría la abuela?

Rocío, desesperada, sacó el celular y llamó a su abuela. El teléfono estaba apagado.

Aquella noche, la abuela había salido tan apresurada que no se le ocurrió llevar su cargador. Usaba un teléfono viejo y ni el cargador de ella ni el de Elvia le servían.

Justo cuando la angustia la estaba consumiendo, sonó el celular de Rocío. Era Elvia:

[Roci, la abuela ya volvió. Nos trajo un montón de cosas ricas para comer. Roci, ven a descansar, la abuela te preparó caldo de pollo, Sergio te guardó unas salchichas asadas y yo ya te puse agua para que te bañes.]

De inmediato, Rocío sintió que el corazón se le ablandaba:

—Está bien… ahorita voy.

Dio la vuelta con el carro y tomó el camino de regreso a casa.

Pero justo cuando estaba por doblar hacia la Avenida de la Libertad, notó a dos personas en el kiosco del barrio.

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