El Desquite de una Madre Luchona romance Capítulo 86

—¿Esa mujer? ¿De verdad es una vendedora ambulante?

—Mírala bien, con esa ropa y ese gafete colgando del cuello. Se nota que es una vendedora. Qué raro que una vendedora se haya colado en una fiesta tan elegante como esta.

—Seguro vino a buscar con quién pegarse, ¿no? Con tantos invitados de lana aquí, fácil se mete a ver si pesca algo. Dicen que ahora las vendedoras hasta se meten con viejitos de setenta u ochenta años sólo por vender unas botellas de champú pirata...

Mireya también le lanzó a Rocío una mirada de desprecio.

—¡Qué ilusa!

Ni siquiera la consideraba una oponente digna.

Para ella, Rocío no era más que una mujer ordinaria, vulgar y ridícula, que se creía con derechos sólo por haberle dado un hijo a Lázaro. Siempre usando tácticas tontas y sin sentido para provocar a Lázaro, como si no supiera que sólo lograba ponerlo de malas.

¡Tan poca cosa!

Pero aunque fuera así de poca cosa, no podía venir a hacer su show justo en el cumpleaños de la abuela Zúñiga.

Mireya decidió que no iba a dejar pasar esa ofensa.

Sacó el celular y marcó un número.

—¿Con el jefe de seguridad? Mire, aquí en la hacienda se ha colado una mujer que anda engañando a todos. Yo sospecho que es una estafadora, así que vengan de inmediato y llévensela a la policía. ¡Esta mujer entró sin permiso y está intentando timar a la gente!

¿Ahora la querían arrestar como estafadora?

Rocío levantó la cabeza y miró a Mireya, incrédula ante semejante crueldad.

Pero Mireya ni siquiera se inmutó. Su cara estaba tan tranquila como la de alguien que limpia una mancha sin importancia.

En ese momento, la abuela Zúñiga llegó rodeada de gente hasta donde estaba Mireya. Apoyada en su brazo iba Álvaro Gómez, quien había viajado desde Italia especialmente para celebrar el cumpleaños de Violeta.

—¿Qué pasa aquí, Mire? Hoy es día de fiesta, ¿y ya están hablando de la policía? —preguntó la abuela con una sonrisa cariñosa para su nieta.

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