Entrar Via

El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 128

Noelia sostenía la tarjeta que Samuel le había dado, paseándose por el centro comercial más grande de Clarosol y gastando sin preocuparse por el saldo.

Detrás de ella, el guardaespaldas ya llevaba las manos llenas de bolsas de compras.

Justo cuando Noelia se sentía en la cima del mundo, recibió una llamada de Inés.

Al principio pensó que Inés le iba a pedir dinero, así que frunció el ceño y se quejó:

—Mamá, todavía no toca. ¿No que cada mes te transfiero el dinero el quince? Apenas es inicio de mes.

Del otro lado, Inés sonaba nerviosa y asustada.

—¡Noeli! ¡Tienes que venir a la casa ya, pasó algo grave! ¡Tu hermano tuvo un problema!

Noelia ya había recibido llamadas como esa antes. ¿Qué podía haberle pasado a Héctor?

Seguro había vuelto a perder todo en el casino, como siempre.

Ya sin mucha paciencia, Noelia respondió:

—Mamá, ya se lo he dicho mil veces, el dinero del mes es el que hay, si se lo gasta todo, que no me venga a buscar, yo no soy fábrica de billetes.

Inés, desesperada, casi gritaba:

—¡No es eso! ¡Tu hermano apareció todo ensangrentado, lo aventaron a la entrada de la familia Juárez a plena luz del día! Estaba por salir y me lo encontré tirado, igualito a un perro atropellado.

Ahora sí, Noelia se asustó. Soltó las cosas caras que aún no pagaba y se fue rápido hacia el estacionamiento, preguntando mientras caminaba:

—¿Con quién se metió mi hermano? ¿Ya lo llevaron al hospital? ¿Cómo está?

Para Inés, Héctor era todo. Aunque el muchacho no valía mucho para los negocios, ella siempre lo había preferido sobre Noelia, lo tenía en un pedestal.

Y ahora ver a su hijo tan maltratado, casi muerto, la tenía al borde del llanto.

—Ya está en el hospital. Yo voy a la casa a empacar unas cosas para él, ¡tú también ve al hospital! Ay, Dios mío, ¿qué vamos a hacer? ¡Quién sabe qué bestia le hizo esto, lo dejaron casi sin vida!

Noelia, desesperada, empujó a la gente que esperaba el elevador.

El dinero tenía un encanto especial. La familia Loredo no era lo más poderoso de Clarosol, pero aun así estaba por encima de cualquier persona común.

Noelia subió rápido al carro, impaciente porque el guardaespaldas tardaba en acomodar las bolsas.

—Te pago un dineral y ni para apurarte sirves. ¿No ves que tengo prisa?

El guardaespaldas, con la cabeza baja, metió las bolsas a toda velocidad y corrió al volante, temeroso de que lo despidieran por lento.

Noelia se acomodó en el asiento trasero. Mientras urgía al chofer a avanzar más rápido, marcó a Inés para saber más detalles.

Inés ya iba en el carro de la familia Juárez, rumbo al hospital.

—Mamá, ¿no que mi hermano salió anoche con sus amigos al Club Nocturno Estrella? ¿No serán ellos los que le hicieron algo? Siempre te lo he dicho, que no ande con esa bola de parásitos. Todos están más pelados que una piedra, puro aprovechado.

Inés descartó la idea de Noelia.

—¡Ellos viven de tu hermano, cómo crees que le harían algo! Ya les pregunté y dicen que no fueron ellos, que ni siquiera lo vieron anoche en el club, que no saben dónde estuvo ni quién lo golpeó. Pero si me entero de quién fue, te juro que lo mato con mis propias manos.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El día que mi viudez se canceló