El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 291

Pero su cuerpo reaccionó casi en un instante.

Estiró el brazo y se interpuso frente a Rubén.

—Papá, por favor, si tienes algo que decir, platiquemos, pero no le puedes pegar a Rubén. Además, ni siquiera tenemos los papeles de divorcio...

En la cara de Rubén se notó de inmediato una chispa de sorpresa.

Jamás se imaginó que Marisa reaccionaría de esa manera.

Se quedó viéndola, con los ojos brillosos, conteniendo las emociones que amenazaban con desbordarse.

Al ver los hombros de Marisa temblar suavemente, una mezcla de sentimientos lo invadió, difícil de poner en palabras.

En el fondo, la actitud de Carlos no era algo que pudiera asustarlo a él, pero sí estaba claro que Marisa se había llevado un susto.

Sin embargo, ahí estaba ella, con ese cuerpo pequeño, interponiéndose entre ambos...

Carlos no supo cómo reaccionar. Apenas se había subido las mangas y ahora no tenía idea si debía bajarlas o no. Marisa, parada delante de él, hacía que todo el asunto pareciera que él estaba fastidiándola a ella.

Valentina, que no podía soportar la escena, le jaló del brazo a Carlos.

—¿Qué estás haciendo? ¡Vas a asustar a los muchachos!

Carlos, al fin, bajó las mangas y, con cierta pena, se sentó de nuevo.

Al escuchar que Marisa decía que no tenían los papeles de divorcio, el matrimonio Olmo sintió que aún había esperanza para resolver el problema.

Valentina le sonrió a Marisa.

—Mari, te traje unos regalos del extranjero, están en el cuarto del norte en la planta baja. Deja que Sofía te lleve a verlos.

Marisa entendió de inmediato que era la señal de los adultos para que saliera de la sala.

Asintió con docilidad, pero aun así, preocupada por Rubén, se detuvo antes de salir y murmuró:

—Papá, mamá, de verdad… no le vayan a pegar a Rubén.

Rubén, al escuchar eso, sintió una mezcla de emoción y ganas de reírse. Sus emociones estaban hechas un nudo.

Valentina sonrió, resignada.

VERIFYCAPTCHA_LABELVerificar