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El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 366

—Qué bueno que no pasó nada, qué bueno... —repitió Marisa varias veces, y solo así su corazón tembloroso logró calmarse.

Cuando colgó la llamada y vio el brillo del celular, en la pantalla seguía apareciendo el número de Rubén.

En realidad, Marisa había querido llamarle para pedirle que le ayudara a contactar el hospital de urgencia.

Al bajar la mirada, Marisa no pudo evitar sonreír.

No sabía en qué momento había empezado a depender tanto de Rubén.

Esa sensación la dejaba con el corazón revuelto, entre dulce y agrio. Por un lado, le gustaba esa cercanía; por otro, le entraba la duda.

Siempre recordaba aquel dicho: si te apoyas solo en una montaña, antes o después se viene abajo; si te apoyas en alguien, esa persona puede dejarte.

¿Y si su dependencia llegaba a cansar a Rubén? ¿No sería posible que él también acabara alejándose?

...

En un abrir y cerrar de ojos, el equipo de maquillaje y peinado terminó todo el arreglo y el look de Marisa.

—De verdad, señora Olmo, usted es más guapa que la mismísima Melina, la estrella del momento —le dijo una de las chicas del equipo, con una sonrisa.

Marisa, por supuesto, no se tomó tan en serio el cumplido.

Pero cuando se levantó y alzó la mirada, lo que vio en el espejo la dejó pensativa.

Sus ojos brillaban, llenos de vida. Aunque el maquillaje era sencillo, parecía que la luz más suave del amanecer se había posado en su cara.

El tono de su piel lucía natural, con un brillo saludable, sin marcas de polvo ni exceso de maquillaje, solo una luz delicada y limpia.

En las mejillas, apenas una pizca de rubor, como si la vida y la energía fluyeran de forma natural.

No era el tipo de belleza que deslumbra como los reflectores de un escenario, sino una elegancia tranquila, como una perla reluciendo bajo la luz de la luna.

Marisa suspiró para sí, admirada. No por nada ese era el equipo de maquillaje de Melina, la estrella preferida de todos.

Sí que tenían manos mágicas.

Cuando sonrió levantando las cejas, su encanto se intensificó, aunque ella ni cuenta se dio.

El equipo terminó de guardar todo y se preparó para irse.

Marisa tenía buen oído.

Escuchó cómo cuchicheaban entre ellas:

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