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El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 375

Rubén, sentado junto a Marisa, se quedó pasmado por un instante.

Era una persona extremadamente perceptiva, tan sensible que captó de inmediato cómo Marisa se alejaba un poco hacia el otro lado del sofá.

Además, sintió con total claridad que Marisa no quería que el señor Cáceres supiera nada sobre su relación.

En cuanto esa idea cruzó por su mente, su semblante se apagó, como si una nube gris hubiera cubierto su expresión.

Alberto también se sorprendió y no pudo evitar mirar a ambos con desconcierto.

¿Qué estaba pasando ahí?

¿Acaso Marisa quería ocultar su matrimonio incluso frente al señor Cáceres?

Marisa, por su parte, notó de inmediato el cambio de ánimo en Rubén. Apretó los dientes, se quedó callada y prefirió no agregar nada.

El señor Cáceres se quedó pensativo unos segundos, hasta que de pronto pareció recordar algo importante. Se levantó con energía y le extendió la mano a Rubén.

Rubén, sin embargo, ya no mostraba el entusiasmo de cuando había entrado al lugar.

Para ese momento, había logrado recobrar la compostura. Su actitud resultaba un poco más formal y distante al saludar al señor Cáceres.

Le dio la mano y, con una sonrisa educada, respondió:

—Un gusto conocerlo en persona, señor Cáceres. He escuchado mucho sobre usted.

Emiliano se quedó observándolo con atención, como tratando de recordar algo de su pasado.

—Cuando eras pequeño llegué a verte varias veces —comentó con una sonrisa amable—. Desde chiquito ya eras así de serio. Vaya sorpresa ver que de grande sigues igualito que cuando eras niño.

Que alguien pudiera describir a Rubén de esa forma solo podía significar que sí lo había conocido de niño.

Pero Rubén, por más esfuerzo que hacía, no lograba recordar nada.

Arrugando la frente, preguntó:

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