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El día que mi viudez se canceló romance Capítulo 396

¿Un avión privado?

Marisa frunció el entrecejo y admitió con sinceridad:

—Señor Cano, está bromeando. Un avión privado es algo que ni de chiste podría regalar.

Claudio también dejó de bromear y se puso serio.

Pensó con atención y dijo:

—Antes, cuando Rubén no tenía que quedarse en la ciudad en pleno otoño, siempre se iba a la Montaña del Coraje a relajarse en las aguas termales.

—¿Aguas termales? —repitió Marisa, arrugando la frente mientras lo pensaba unos segundos.

—Gracias, señor Cano. Perdón por molestarlo.

Colgó el teléfono.

Marisa ya había llegado al patio de la familia Olmo.

El lugar se sentía más silencioso de lo normal, casi como si el aire pesara.

Cruzó el patio deprisa y entró al edificio principal. El ambiente ahí tampoco era diferente: ni una voz, ni el sonido de platos, ni el eco de pasos familiares.

No había nadie en la sala y la mesa del comedor estaba intacta, sin rastros de que alguien hubiera comido.

Buscó a Sofía y la encontró en la cocina.

—¿El señor Olmo ya comió? —preguntó Marisa.

Sofía negó con la cabeza, apretando los labios.

—El joven dijo que no tenía hambre. Desde que volvió, no ha salido del estudio.

Marisa asintió.

—Está bien.

Se sentó un rato en la sala y buscó en su celular la dirección de las aguas termales que había mencionado Claudio. Encontró el sitio, llamó al número de atención y se enteró de que solo quedaba la suite privada más costosa.

Sin pensarlo mucho, la reservó de inmediato.

Luego de colgar, subió las escaleras hacia el estudio de Rubén.

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