—Pero, ahora que tienes una novia, no puedo acercarme demasiado a ti. Así es como sucede en las telenovelas juveniles.
Las lágrimas que Yan Anmo logró contener, salieron a chorros de nuevo. En realidad, a su edad, debería entender todo, pero, Xi Zhiheng la había protegido demasiado bien y no le permitía distraerse con cosas obscenas e inútiles, por lo que era un poco menos madura que las de su edad.
—En ese caso, por el bien de Anmo, no quiero ya ninguna novia. —Xi Zhiheng miró la cara inocente de Yan Anmo. Todo lo que quería era seducirla, convencerla, y no pensar en nada más.
—Pero, ustedes ya han... ya han hecho eso... —Yan Anmo no sabía cómo decirlo mientras su cara se ponía roja y miraba al hombre desde atrás de su manta.
—Todavía eres joven. ¿Qué es lo que sabes? —Xi Zhiheng le quitó la manta, exponiendo su delicado y flexible rostro—. Olvida lo que ha pasado hoy, ¡tu mente no tiene por qué albergar algo que no debería!
Mientras se lo decía Xi Zhiheng, más clara era la percepción en la mente de Yan Anmo. Pero, al menos, ella escuchó claramente la respuesta que quería. Si Xi Zhiheng no la abandonaría, entonces no sentiría ningún dolor.
—Joven Amo Xi, hay una videoconferencia desde el extranjero, ¿está listo para tomarla? —El asistente de Xi Zhiheng, Zhang, tocó la puerta. Como tenía mucho miedo de entrar, se quedó afuera.
—Trae la computadora. —Xi Zhiheng había regresado apresuradamente del extranjero por culpa de Yan Anmo y había dejado atrás un montón de trabajo.
Zhang entró y puso una computadora en la mesita de café. Después de preparar todo, esperó a que Xi Zhiheng se conectara a la llamada.
—Tío Siete, adelante. Me sentaré aquí en silencio y observaré. No te molestaré. —Yan Anmo se sintió un poco culpable. Sabía que Xi Zhiheng había estado muy cansado por su culpa en los últimos dos días, así que no quería retrasarlo en un momento como ese.
—Sé buena, duerme un poco.
Yan Anmo asintió con obediencia. Luego cerró los ojos y descansó en paz. Mientras Xi Zhiheng estuviera a su lado, ella estaría tranquila. A pesar de que había truenos y relámpagos afuera, no tenía ningún miedo. Su cabeza se sentía pesada y se quedó dormida enseguida.
Después de un rato, escuchó como se cerraba la puerta. Abrió los ojos y descubrió que Xi Zhiheng se había ido. Todavía había una fuerte lluvia afuera y de repente se asustó, así que se levantó de la cama para buscarlo.
El pasillo del hospital estaba tranquilo. Aparte de las enfermeras, no había mucha gente. Miró por todas partes, pero no pudo encontrar a Xi Zhiheng. ¿Su Tío Siete... no quería que ella...? Pero, él acababa de prometer que nunca la abandonaría... Los ojos de Yan Anmo se pusieron rojos y su corazón palpitaba como si fuera a explotar en cualquier momento.
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