Era un estúpido anillo que brillaba más que su sonrisa. Uno que odió a lo largo de su vida y que carecía de importancia tanto para él como para ella.
Ese del que juró no volver a colocarse y del que olvidó y borró de su memoria.
Pero ahora, todo era diferente.
—Es… es un estúpido anillo —Ana dijo como si le hubiese leído la mente mientras él ensanchó la sonrisa, y otra lágrima corrió por su mejilla.
Cuanto odiaba llorar.
—Xavier… no, ni siquiera puedo creer que sueltes una sola lágrima.
Él negó alzando la palma.
—Si le dices esto a alguien… te juro…
Ana tapó su boca riendo como una desquiciada. La verdad es que ahora su cuerpo temblaba de puro nerviosismo, emoción y algo que nunca había sentido jamás.
—Yo…
—Solo di que sí… di que, si serás mi esposa, y que te poseeré legalmente de ahora en adelante —ambos rieron desenfrenados.
—Xavier…
—Di que sí —La cortó de nuevo—. Estás tardando mucho.
—Quiero saber primero, ¿Por qué motivo?, no querías esto. Tú… nosotros no somos como el resto del mundo. Este bebé podrá venir y conocer como somos. Entenderá todos nuestros motivos.
—Créeme, conozco la sensación cuando tienes a esas burusas en tus brazos. Ellos te hacen débil, te llenan de temores, te hacen vulnerables, y por alguna razón te obligan a querer hacer lo correcto.
Ana apretó los labios.
—Quiero que… —Xavier llevó la palma a su vientre levantando a Ana del puesto para acercar su cara a su ombligo. Así rodeó las piernas con sus brazos y besó su piel—. Quiero que vea los lazos visibles y los que no se pueden ver… que tenga a una familia construida, y que… se enorgullezca de nosotros. Espero que sea una niña, no quiero que otro hombre te mire como si fueras lo mejor de su mundo.
Ella negó volviendo a sentarse en sus piernas.
—Yo no quiero que sea niña… me dejarás a un lado y ella será la mujer de tu vida de ahora en adelante.
—Nadie te suplantará en la vida, Anaelise… —él la tomó de la nuca y la acercó a su boca—. Eres única e irrepetible… así que ponte el jodido anillo y dime que si…
La boca de Ana se amplió de pura emoción y luego alargó los dedos para que él introdujera el objeto de forma rápida.
—Sí… una y otra vez, sí… siempre y cuando todo sea contigo.
—Me perdonas muy fácilmente… —expresó Xavier mientras acariciaba su dedo, pero su barbilla fue alzada por Ana para que la mirara.
—Lo haría todo el tiempo por qué te amo. Además, no es tu culpa, tenías miedo como yo… ninguno esperó que esto sucediera.
Él asintió lento para mirarla con intensidad.
—Entonces… ¿Te invadí tanto que, tu cuerpo no resistió y se metió en tus células…?
Ella negó incrédula.
—Eso es, porque eres un posesivo de mierda…
—Lo sé… —Xavier se levantó alzando también su cuerpo, sosteniéndolo por sus glúteos y caminó hacia dentro de la habitación cerrando la corrediza con el pie—. Dime… ¿Qué tal si le buscamos un compañero a ese bebé…? No podremos darle toda nuestra atención siempre… así que… necesitará algo de compañía.
La risa de Ana se esparció por todo el lugar.
—Doctor… ahora eso es imposible, solo hay un bebé aquí adentro, y, debemos esperar a que nazca para engendrar otros…
—Ok… entonces al menos que vea a los hermanos que pudo tener rondar a su alrededor…
—Estás pasándote —Ana le tapó la boca—. No digas eso frente al bebé.
Xavier llegó a la habitación con Ana cargada en su regazo, y de forma suave la colocó en la cama. Sus miradas se encontraron para decirse lo agradecidos que estaban por la cercanía, porque, aunque fueron uno o dos días, los kilómetros de distancia que habían tenido sus mentes y cuerpo, habían agotado su existencia.
Lentamente Cox besó su cuerpo tomándose todo el tiempo mientras el estrés, la preocupación y sobre todo el temor de Ana, caída de sus hombros.
Este era el hombre en la que su alma se había acoplado y hoy más que nunca estaba orgullosa de su decisión.
—Te amo… amo tu locura, tu jodido carácter de mierda y todo de ti… —ella dijo tomando sus hombros para abrazar su cuerpo ya no queriendo esperar su entrada.
—¿Qué hay de las palabras obscenas?
—Tú siempre sacas mi lado malo…
—¿Sí?, bien, demuéstramelo ahora mismo…
***
—Entonces… ¿Un bebé? —Andrew preguntó torciendo su boca hacia la pareja frente a él, y de cierta forma haciendo como si él no supiera nada sobre el tema.
—Y un anillo… —Ana mostró su palma mientras su dedo brillaba junto a una sonrisa que ella no podía borrar.
Andrew soltó el aire negando.
—¡Vaya! Las personas más ácidas del mundo, siendo unas completas vainillas…
Ana le mostró su dedo grosero mientras Xavier caminó lento a su camilla.
—Debes visitarnos en el nacimiento, eso por supuesto si tus piernas se recuperan…
Andrew sonrió ante el sarcasmo.
—Creo que los asustaron de más… me recuperaré… mi sobrino tendrá el mejor regalo de todos. El mejor tío, el más apuesto, el mejor…
Ana también se acercó sentándose un poco en la camilla delante de Xavier mientras él le tomó los hombros.
—Creo que nos iremos en unas horas… ¿Estarás bien?
Él asintió.
—Tendré que tomar terapias, imagino uno o dos meses.
—¿Por qué no las tienes en el hospital? El músculo se adaptará más al esfuerzo, quedarse en casa te hará más flojo —intervino Xavier serio—. Puedes tener un conductor, y alguien que te ayude al principio. Venir al hospital te creará una rutina diaria, y tu memoria muscular se exigirá el doble…
Un silencio se prolongó entre los tres, y Andrew asintió entendiendo el punto.
—Lo pensaré… por ahora quiero salir de este cuarto y desaparecer del mundo por al menos una semana…
—Hazlo… —le instó Ana tomando su mano—. A veces es necesario apartarse… —después de las palabras ella alzó la cabeza hacia arriba mientras Xavier le dio un beso en la frente.
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