El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 106

Ángeles sonrió sin decir nada.

Por supuesto que no.

Porque había alguien más ansiosa que ella.

...

En un apartamento situado en la zona más exclusiva de Ciudad de la Luz de la Luna, Paula, con los ojos encendidos de furia, tomó una copa de la mesa y la arrojó contra el televisor.

En la pantalla, no dejaban de emitir noticias sobre la fiesta de compromiso.

¡La familia Aguilar, la cabeza de las cuatro grandes familias, una dinastía de poder y privilegio! ¡Unida en un matrimonio histórico con la familia Castro, la más rica de Ciudad de la Luz de la Luna! Era natural que este evento estuviera en boca de todos.

Pero eso no era todo. ¿Qué tan importante era esta fiesta de compromiso para el señor Pedro? Pues lo suficiente como para reservar el lugar más caro de toda Ciudad de la Luz de la Luna. Un recinto cuya construcción había costado miles de millones, un espacio tan opulento que era inimaginable.

A lo lejos, parecía un castillo majestuoso; por dentro, era un escenario de ensueño llevado al máximo esplendor.

Con un simple gesto, el señor Pedro decidió reservar todo el lugar, tanto su interior como sus alrededores.

Los invitados no eran menos que las élites más destacadas, la crème de la crème de la alta sociedad, y además permitió algo fuera de lo común: para esta ocasión especial, los medios de comunicación también tendrían un espacio dentro del evento para presenciar la ceremonia.

Por si eso fuera poco, se habían organizado espectáculos con miles de drones y un despliegue de fuegos artificiales por toda la ciudad.

Un evento de semejante magnitud era imposible de ignorar, y digno de envidia.

¿Por qué?

¿Por qué Ángeles merecía tanto?

Paula, consumida por la rabia, siguió lanzando cosas al suelo. Finalmente, después de tanto arremeter contra todo, terminó rompiéndose dos uñas postizas.

Cuando ya no le quedó nada más que tirar, el lugar quedó convertido en un desastre.

Por fin, Paula se calmó, se giró hacia la empleada doméstica que estaba de pie a un lado, y gritó: —¿Estás ciega? ¿Por qué no limpias este desastre de inmediato?

La empleada había sido enviada por Nancy para cuidar de Paula, preocupada de que, al ser expulsada de la familia Castro, quedara abandonada en ese lujoso apartamento.

Sin embargo, ni siquiera la empleada se había imaginado que Paula, desde que dejó la familia Castro, se volvería aún más temperamental. Ya no trataba a las trabajadoras como personas: no solo las mandoneaba constantemente, sino que también descargaba su frustración en ellas cuando estaba de mal humor. Si no les lanzaba cosas, las insultaba verbalmente.

Cuando llegó al edificio donde Paula vivía ahora, un lujoso apartamento, ya eran las diez y media de la noche.

Oscar estaba preocupado por el estado de Paula. Después de todo, ella había sido expulsada de la familia Castro, y ahora que decía no sentirse bien, él no podía evitar alarmarse. Con tanta ansiedad, ni siquiera tocó el timbre; en su lugar, comenzó a golpear la puerta.

Golpeó varias veces, pero no se escuchaba nada desde dentro.

El corazón de Oscar se aceleró, temiendo que algo malo hubiera sucedido. Justo cuando estaba a punto de forzar la entrada, giró el pomo de la puerta y descubrió que no estaba cerrada con llave.

— ¿Paula? ¿Dónde estás?

Oscar entró con pasos decididos. Aunque técnicamente era un apartamento, el espacio era comparable a un penthouse, con enormes ventanales que ofrecían una vista impresionante del río.

Llamó dos veces más, pero no vio señales de Paula en ninguna parte.

Estaba a punto de buscarla en las habitaciones cuando la puerta del baño se abrió.

Oscar giró la cabeza y vio a Paula descalza, con un vestido de gasa ligera, saliendo lentamente...