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El Regreso de la Heredera Coronada por Hinovel
—Ángeles, siempre comes en la cafetería de la escuela, y eso no es muy nutritivo. ¿Por qué no mejor te mudas de nuevo a casa?
—No es necesario, Señora Nancy. En la escuela todo está bien y es más práctico para mí.
Al escuchar ese "Señora Nancy", el rostro de Nancy se congeló por un momento. No pudo evitar echarle una mirada a Rafael, con un aire de incomodidad y algo de tristeza.
Las palabras "mamá" solo habían salido de los labios de Ángeles una única vez desde su regreso a casa, durante aquella conversación sobre Oscar, cuando intentaban persuadirla de renunciar a él. Y ese "mamá" había sido pronunciado con evidente sarcasmo.
Exceptuando esa ocasión, siempre se dirigía a ella como "Señora Nancy".
Nancy, con visible aflicción, dijo: —Ángeles, yo soy tu mamá. Si sigues llamándome así, y otros lo escuchan, ¿no crees que se burlarían de nuestra familia?
Ángeles permaneció en silencio. Carecía de energía y voluntad para simular un vínculo maternal afectuoso.
Tanto en su vida anterior como en la presente, cada vez que había suavizado su actitud hacia ellos, invariablemente terminaba herida.
Al ver que Ángeles no respondía, Rafael intentó aliviar la tensión, esbozando una sonrisa. —Ángeles, se acerca el Año Nuevo, y tendrás vacaciones escolares, ¿verdad? Para entonces, volverás a casa, ¿no es así?
El argumento dejaba poco espacio para una negativa, así que Ángeles asintió levemente.
De repente, Paula bajó las escaleras como un torbellino. Se abalanzó sobre Rafael y Nancy, abrazándolos mientras decía juguetonamente: —¡Papá, mamá! Adivinen, ¿qué día especial se acerca?
Rafael vaciló un momento, pensativo, y respondió: —Mmm... No recuerdo ningún día especial, ¿o sí? Aún falta para Año Nuevo.
—¡Mamá, tú dilo!
—Yo tampoco me acuerdo.
Respondió Nancy, sacudiendo la cabeza.
Paula, frustrada, pisoteó el suelo indignada, con ojos acusadores. Rafael y Nancy estallaron en risas y, al unísono, exclamaron: —¡Por supuesto que lo recordamos! ¡Es el cumpleaños de nuestra querida hijita! ¡Cómo podríamos olvidarlo!
Al oírlo, Paula finalmente sonrió satisfecha.
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