El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 203

Pero ya no tenía opción alguna.

Desde su perspectiva actual, Rubén, sin hogar, representaba la mejor opción a su alcance.

Paula extrajo de su auto 14,000 dólares en efectivo y los lanzó ante Rubén, tentándolo una y otra vez con sus palabras: —¿Cuál es la diferencia entre vivir así y ser una rata de alcantarilla? Además, no olvides quién te ha puesto en esta miserable situación, ¡fue Ángeles!

—Este dinero es para ti, pero no lo hagas solo por mí, sino al contrario hazlo por ti mismo. Tu mano derecha ya está completamente inmóvil, y aún debes tanto dinero. ¡La única persona que puede ayudarte soy yo!

Rubén apenas prestaba atención a lo que Paula le decía, después de algunos minutos, se lanzó al suelo y apretó los billetes a sus pies.

¡Dinero, todo se reducía al dinero!

Paula, impaciente, insistió: —¿Entendiste?

—¡Entendido, comprendí con claridad! Tranquila, no dejaré que Ángeles escape tan fácil de este lugar, aunque tenga que morir con ella, la arrastraré al infierno junto conmigo.

La expresión de Rubén era despiadada

Solo ese momento Paula sonrió, satisfecha.

Ángeles había intentado usarlo para manipularla, haciendo que Rubén, el ambicioso jugador, siguiera pidiéndole más y más dinero a cada momento. Sin embargo, Ángeles nunca imaginó que convertiría a Rubén en su instrumento a su favor.

—Esta vez depende en gran parte de tu actuación, pero no me decepciones en lo absoluto.

Orgullosa, Paula no se percató de la zona oscura detrás de la playa, donde Héctor y tres hombres se escondían de manera disimulada.

¿Quién era Héctor? Un personaje cruel que, bajo la protección de la familia López, progresaba tanto en lo legal como en lo ilegal, especializándose en hacer dinero mediante préstamos y cobros excesivos

¿No habrían quizás maneras rápidas de cobrar deudas? ¿Cómo no iba a saber dónde se escondía Rubén?

La única razón por la que no lo había castigado era porque Ángeles solo les había ordenado que lo vigilara, y no actuara si este fuera el caso.

Una voz detrás de él preguntó en voz bajita: —Héctor, ¿no es esa la impostora hija de la familia Castro, la hermana biológica de Rubén? ¿Qué hace ella aquí?

—¿Me preguntas a mí? ¿Cómo debería saberlo?