El Regreso de la Heredera Coronada romance Capítulo 285

Resumo de Capítulo 285 : El Regreso de la Heredera Coronada

Resumo do capítulo Capítulo 285 de El Regreso de la Heredera Coronada

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Ángeles asintió: —Por mí está bien, ¿segura de que no te atraparán?

—No, mi papá y mi madrastra se llevaron a mi hermano a pasear, solo estoy yo en la casa. No me atraparán.

Beatriz sonrió y, en seguida, trajo el vino que había "tomado".

—¡Vamos, brindemos!

—¡Salud!

Ambas levantaron sus copas y brindaron.

Ángeles no preguntó por qué el padre de Beatriz y su madrastra solo llevaban a su hermano a salir, dejándola sola en casa.

De la misma manera, Beatriz no preguntó por qué Ángeles, siendo parte de la familia Castro, también estaba sola en Navidad.

Ambas se miraron y sonrieron, bebiendo sus copas de un trago.

Existía un entendimiento tácito entre ellas, un acuerdo no verbal.

Mientras saboreaban el sancocho y bebían, el ambiente se fue caldeando. El aire estaba impregnado del aroma de los ingredientes y de un delicado perfume floral.

Constantemente se escuchaban fuegos artificiales afuera, mezclados con el ruido de fondo del televisor.

Siguieron comiendo y bebiendo.

Poco a poco, Beatriz comenzó a embriagarse. Soltó un eructo alcohólico y preguntó: —Ángeles, ¿qué es lo que más deseas ahora mismo?

¿Lo que más deseaba?

Ángeles se detuvo un momento; una imagen cruzó por su mente.

Sacudió la cabeza y se rio: —Quiero dinero, poder, todo lo que se pueda desear.

—¡Jajaja! ¿Quién no querría eso?

Beatriz se rio tan fuerte que, de repente, saltó de la silla, levantó una mano al aire y exclamó: —¡También quiero irme a navegar, ver qué hay al final del mar!

Ángeles apoyó la cabeza en su mano, sonriendo.

Apagaron la cocina.

El burbujeante sancocho poco a poco se calmó.

Beatriz bajó de la silla, se sirvió otra copa de vino, con el rostro rojo brillante, caminando tambaleante.

El copo de nieve se derritió rápidamente en su palma.

Ángeles se dijo a sí misma con una sonrisa:

—Feliz Navidad, Ángeles.

—Ángeles.

...

Mientras tanto, en la casa de los Castro, bajo el manto de la noche, se servían muchos platos sobre la mesa, todos humeantes y apetitosos, con más de una docena de delicias diferentes.

Sin embargo, frente a tanta comida, la familia Castro no mostraba mucho apetito.

Desde que la sugerencia de Nancy de traer a Paula para la celebración de fin de año fue bloqueada por Rafael, ella había dejado de hablarle durante dos días.

En la mesa, solo Abelardo actuaba como siempre. Mientras observaba la mesa, comentó con indiferencia: —Papá, mamá, ¿por qué no comen?

—No tengo apetito.

Nancy desvió la mirada, lanzando una mirada cargada de enojo hacia Rafael.

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